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Cifras de muertes violentas en los últimos cinco años
El Gobierno puede mostrar aparentes datos económicos de mejora, pero se raja en lo fundamental que es la inseguridad reinante y la violencia que campea en todos los rincones del país
Las cifras de violencia e inseguridad en Colombia son alarmantes y al Gobierno Nacional no le pareciese importar la situación, este año que termina los muertos por actos de violencia superarán los 15.000, número que per cápita lo ubica entre los más violentos del mundo y el líder en la región.
Las causas son las mismas de hace décadas, los cultivos ilegales de hoja de coca, los grupos delincuenciales dedicados al tráfico de cocaína, la extorsión, el secuestro y el sicariato, auténticos jinetes del Apocalipsis, que no tiene una luz al final del túnel.
Los grupos guerrilleros organizados son dueños de pueblos y regiones enteras, como Catatumbo, Pacífico, Arauca y Cauca, lugares que cada día ponen docenas de muertos en una situación sin soluciones gubernamentales ni de políticas públicas a la vista.
El país político y social no se ha dado cuenta de que hay generaciones de hombres cesados por la violencia, no se analiza profundamente que mientras la expectativa de vida para las mujeres colombianas es de 79 años, para los hombres es de 74, pocos países tienen esa diferencia tan grande, y es que los varones son quienes más mueren en la violencia nacional y los protagonistas de los accidentes fatales en motocicletas.
Es difícil no reaccionar al dato de que cada día mueren 16 personas en accidente de motos, de los cuales la mayoría son hombres. La intolerancia vial, el exceso de licor o el consumo de alucinógenos, también contribuyen a ese manto de inseguridad, violencia y muerte que se respira cada día en todos los rincones del país.
Por más que Colombia sea un país premiado por una cascada de recursos naturales, contar con un recurso humano preparado, competitivo y trabajador, los problemas crónicos de la inseguridad y la violencia pesarán más en las decisiones de los inversionistas para apostar por proyectos en el país.
Muchos entusiasmados por Colombia venden la idea de que es un país cercano a Estados Unidos, la esquina con dos océanos más estratégica de Suramérica, abundancia de sol y lluvias, grandes recursos que no han logrado pesar más que el secuestro, la extorsión y el narcotráfico.
En lo que realmente Colombia es una potencia es en la regionalización de la producción, el aporte variado de los distintos departamentos al PIB, curiosamente en donde la violencia y la inseguridad son asuntos descontrolados por el retrógrado credo de una centralización en temas de control y seguridad.
Si los aspirantes al Congreso y a la Presidencia de la República presentaran planes serios que abordaran la seguridad regional, el PIB se dispararía al no depender del centralismo burocrático.
Los resultados del Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) de octubre registran que la actividad económica presentó un crecimiento anual de 2,9% frente al mismo mes de 2024, dato impulsado por las actividades terciarias con un incremento en 3,9% en donde se registró un alto dinamismo en la administración pública, salud y actividades artísticas (6,8%), en el sector de comercio, transporte y alojamiento (3,6%); y en actividades financieras y de seguros (2,5%).
Si la inseguridad no campeara por toda Colombia esa pírrica cifra inferior a 3% se dispararía, mostrando que las nueve o diez grandes regiones del país, son autonomías productivas que pueden llevar a sus poblaciones a otra etapa de desarrollo.
Disminuir la inseguridad y la violencia en Colombia debería ser una política de Estado en función del crecimiento social y económico, pero para conseguirlo debe haber un propósito nacional.
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