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EDITORIAL

El valor silencioso de la economía del cuidado

viernes, 8 de marzo de 2024

Actividades de trabajo no remunerado

Foto: Gráfico LR

El trabajo de hogar no remunerado en el Sistema de Cuentas aún no tiene mucho peso porque se mide mal, hay que medir mejor el aporte de las mujeres en este novísimo sector

Editorial

¿Las mujeres que se dedican a las labores del hogar trabajan o no? ¡Por supuesto que sí! ¿Entonces, por qué la llamada economía del cuidado no aparece en las cuentas nacionales como un sector? La respuesta es diferente, así en Colombia exista un marco normativo, Decreto 2490 y Ley 1413 de 2010, las labores exclusivas de mantener andando más de 14 millones de familias no se tiene en cuenta, y lo peor de todo, nadie habla de ellas.

El Decreto en mención reza que “se crea la Comisión Intersectorial para la inclusión de la información sobre trabajo de hogar no remunerado en el Sistema de Cuentas Nacionales que ordena la Ley 1413 de 2010”, que a su vez plantea: “la inclusión de la economía del cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta para la definición de políticas públicas”. Una verdadera colombianada amparada bajo la costumbre santanderista de creer que todo se arregla con normas, decretos y leyes.

A la fecha pocos directores del Dane le han puesto atención a ese mandato, máxime cuando la óptica feminista se ha abierto espacio dentro de las políticas públicas. La economía del cuidado es la formada por las personas dedicadas a las labores de la casa, que por lo general y en inmensa mayoría son mujeres, aunque es creciente el papel de hombres o en formato mixto que garantice hacer comida, limpiar el hogar, alistar los hijos, cuidar la ropa, mantener la casa, pagar las cuentas o atender 24/7 a personas mayores o desvalidas que hagan parte del hogar.

El concepto más técnico avalado por la Cepal hace referencia al “trabajo no remunerado que se realiza en el hogar, relacionado con mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado. Esta categoría de trabajo es de fundamental importancia económica en una sociedad”.

Para medir el aporte de la economía del cuidado en la economía se usa la metodología de costo de reemplazo, es decir, la que estima el costo en que tendría que incurrir el hogar para adquirir servicios de cuidado, es decir, buscar el precio que tendría que pagar el hogar en caso de que allí no se prestaran servicios producidos por las llamadas amas de casa, que cambia dependiendo del salario que se elija para hacer la valoración.

Eso es lo que debería estar estudiando el Dane para que se abra paso la valoración por estratos socioeconómicos de la mujer. Es válido y afortunado que existan colectivos de altas ejecutivas que trabajen por la inclusión de otras similares en juntas directivas y altos cargos corporativos, pero no se debe olvidar la lucha en términos de visibilidad y valoración de las personas que dedican sus vidas a hacer que los hogares funcionen (que son puras mujeres).

Las fábricas de ciudadanos son las familias que les entregan sus miembros más jóvenes a los colegios y universidades, que a su vez, reciben en las empresas y los gobiernos. Ojalá un Gobierno Nacional de ideas de izquierda como el actual trabaje por poner cifras reales al aporte de las amas de casa a la economía. Colombia daría un paso enorme en inclusión social en el momento que valore la real economía del cuidado, pues en la actualidad es una actividad silenciosa que a muchos les sale gratis.

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