El dólar mide la fiebre de la economía

Hoy comienza el quinto mes del año y se cierra la primera parte de un 2021 en el que se esperaba una rápida recuperación de la economía a tasas que aún no se revisan a la baja de 4,5% por lo menos, eso a la luz de los pronósticos hechos por la banca multilateral y de los centros de investigación económica. El año pasado el PIB sufrió una caída histórica de 6,8%; en enero se recortó a 4,6%; en febrero se suavizó a 3,5% y se espera que en marzo las cosas sigan en rojo, pero cerca de terreno positivo. Quiere decir este calvario que, pasado un trimestre, no se ha enderezado el camino de crecimiento.

Si se mira lo ocurrido en el cuarto mes del año, abril, la situación quizá vuelva a profundizarse, pues no hay motivos para esperar otra cosa. El relato de las frías cifras va por un camino mientras que por uno paralelo y simultáneo va la narrativa del coronavirus que le pone un freno de mano a la reactivación. La economía de enero cosechó la indisciplina social de las fiestas de fin de año; las cosas se calmaron en febrero; marzo llegó con puente y Semana Santa, que hicieron repetir la historia, y abril se convierte en el mes más luctuoso en términos de muertes y contagios.

Los costos de la pandemia sobre la economía no solo pueden verse en términos de crecimiento económico, sino en el número de las personas que cayeron en la pobreza comparado un año con otro. Según el Dane, 3,6 millones de personas ingresaron a la condición de pobreza y 2,78 millones a la pobreza extrema. Un balance que solo impone retos al futuro y que depende de la agilidad en tomar medidas sociales e imperativos para hacer crecer la economía.

Las cifras de desempleo son un elemento de la misma cara de la moneda. En marzo, la tasa fue de 14,2%, lo que significó un aumento de 1,6 puntos porcentuales frente a los resultados de marzo del año pasado cuando la tasa fue de 12,6%. La población desocupada está en 3,4 millones de personas, dicho de otra manera, 468.000 personas quedaron desempleadas si se compara con la cifra del mismo mes en 2020.

No son buenas las noticias desde el frente macroeconómico. Lo único rescatable es el buen nivel de precios de las materias primas que alivian un poco las cuentas nacionales y el ingreso de un grupo poblacional reducido. El barril de petróleo en promedio se ha mantenido por encima de US$63; la libra de café casi toca los US$2 por libra y la carga de 125 kilos en el mercado local está por encima de $1,3 millones. Pero fuertes nubarrones se asoman para la economía nacional, especialmente en lo que tiene que ver con la banca multilateral y las firmas calificadoras de riesgo.

Todo este panorama tiene un indicador que habla por sí solo y es la tasa de cambio de pesos por dólar. Abril termina con una fuerte devaluación de la moneda local que alcanza $3.720, el precio más alto del año, valor que esconde muchas preocupaciones sobre el rumbo que tome la economía colombiana, si no adoptan las medidas legislativas adecuadas que impidan o ralenticen una búsqueda afanosa de dólares para cubrirse ante una escalada de las protestas sociales y una amenaza política al modelo económico para las próximas elecciones. El comportamiento del precio dólar siempre refleja las presiones políticas locales, los precios de las materias primas, pero sobre todo las decisiones subyacentes de los inversionistas.