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Los banqueros deben perder el temor a bajar más las tasas, pues el dinero barato no siempre trae cartera morosa
Luego de que el presidente Santos pidiera a los bancos buscar mecanismos para reducir las tasas de interés de colocación de los créditos, en particular hacia los pequeños y medianos empresarios y del crédito de consumo para estimular un mayor crecimiento de la economía, el Banco de la República decidió mantener la tasa de interés de intervención en el mismo nivel de 3,25%. Así lo parezca a priori, la realidad es que no hay contradicción alguna entre el pedido presidencial y la actitud del Emisor, pues son expresiones que para nada afectan la política de estabilidad de la moneda y el principal objetivo del banco central, como quedó establecido en la Constitución de 1991.
Para quienes piensan como el primer mandatario, no tiene lógica que mientras la inflación en Colombia ronda 3% anual, los costos que por intereses deben asumir la mayoría de los usuarios están ocho y diez veces por encima; lo cual implica que en términos reales, el crédito resulta muy caro, así en términos nominales sea evidente la reducción frente al pasado, cuando esos niveles ascendían a 40 o 45% y el costo de vida pasaba de 20% anual; esto es, solo 2,5 veces. Es claro que los márgenes reales de intermediación requieren una revisión, tanto al compararse no solo con la tasa de inflación, sino al hacer una evaluación con las tasas de captación que se reportan al ahorrador. La conclusión más evidente es que, mientras el país ha sufrido una transformación productiva y modernización muy grandes en las últimas décadas y la economía ha ganado en eficiencia, esas variables no se ven reflejadas en una reducción de los costos financieros, que para nada contradicen la posición de los banqueros que atribuyen el asunto a las necesarias inversiones tecnológicas que deben realizar para prestar un mejor servicio a sus usuarios.
En el modelo, no cabe duda que la intervención o administración de las tasas no está en la agenda de la política económica del Gobierno, caracterizada desde hace mucho tiempo por brindar confianza a los agentes económicos, por lo que una decisión en tal sentido debe provenir del mismo sistema financiero que puede ser facilitada por una presión democrática como la del Presidente, y seguida por una actitud similar de los sectores que se afectan con los altos intereses. Un asunto distinto es el manejo monetario como una obligación constitucional que motive a mantener inalterada la tasa de referencia para sus operaciones. Según el Banco, la decisión se fundamenta en aspectos como que la actividad económica en el tercer trimestre habría crecido más que en la primera mitad del año, y a que el consumo habría tenido un comportamiento similar al del primer trimestre, lo cual demuestra que la economía mantiene una tendencia aceptable que no se puede exponer con medidas heterodoxas.
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