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EDITORIAL

De la vía al Llano y otros líos de la infraestructura

martes, 18 de junio de 2019

Son tres los problemas eternos de la infraestructura colombiana que se van y regresan de vez en cuando mostrándonos el atraso con que se debe coexistir desde siempre

Editorial


Los grandes problemas de la infraestructura colombiana se plasman en tres grandes nudos que nadie ha podido resolver en más de dos siglos de historia republicana. El primero es el túnel de La Línea llamado a ser el gran puente entre el sur del país con su Distrito Capital y principal centro de consumo.

El segundo tiene que ver con la eternamente inconclusa vía al Llano que se ha soñado desde siempre y que busca darle salida a los productos y servicios de origen en los Llanos Orientales y que también tienen como destino a Bogotá.

Y el tercero, pero no menos importante, es la vía a Buenaventura, que durante muchas décadas ha buscado ahorrar tiempo y dinero desde el puerto más importante sobre el Pacífico al centro del país. Estos tres problemas son el mejor ejemplo de la incompetencia de la ingeniería local, de los gobernantes locales, regionales y nacionales para darle solución, de una vez por todas, al rezago de infraestructura que mantiene al país en los últimos lugares de competitividad.

Tanto La Línea, la vía a Llano y la carretera a Buenaventura, han enterrado a decenas de presidentes y centenares de ministros, quienes no han logrado darle solución a estos retos que ponen en jaque la economía del país. Las causas de la baja eficacia de la ingeniería y de los gobernantes son muy diversas y en cada momento tienen una explicación distinta, tales como mala calidad de las obras, malos estudios geotécnicos, nulos estudios de manejos de cuencas, debilidad en la sensibilización de comunidades, y por supuesto, mucha corrupción.

También es verdad que Colombia está bajo un suelo en formación y de características bien especiales desde el punto de vista geológico que han dificultado las grandes obras de mega-ingeniería, pero varios países tienen las mismas condiciones y han logrado sacar adelante obras que les han permitido avanzar en los niveles de desarrollo y competitividad. Y obviamente, en distintos momentos de la historia de todos esos proyectos, siempre hubo corrupción y falta de seguimiento por parte de las oficinas de control y del Estado.

Pero no hay que seguir llorando sobre leche derramada y todos los actores que juegan roles y funciones en el atraso de vías deben poner su grano de arena para no seguir con el mismo lamento. Por ahora, es prioritario que el Gobierno Nacional habilite todas las fórmulas a su disposición para que la vía al Llano sea abierta cuanto antes y no se tengan que esperar dos meses de grandes sobrecostos en los alimentos que llegan de esos departamentos a la capital del país.

La economía colombiana no puede darse el lujo de mantener la vía que conecta Bogotá con Villavicencio cerrada, pues esta situación tendrá grandes repercusiones en el costo de vida, que dicho sea de paso ha empezado a tener variaciones inusuales. No solo se trata de aliviar los impuestos a las aerolíneas para que no se especule con el valor de los pasajes aéreos, lo que debe hacer el Gobierno Nacional a través de toda la institucionalidad como el Ministerio de Transporte, Invías, ANI o el Financiera de Desarrollo Nacional, es diseñar un mecanismo para hacer las obras de manera urgente sin esperar largas licitaciones o cierres financieros y así hacer valer el peso del sector oficial cuando de solucionar problemas se trata. Tal vez, la inoperancia de los privados sea solo un chivo expiatorio de algo que debió hacer el Estado hace mucho tiempo.

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