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EDITORIAL

Colombia debe ser una potencia energética

miércoles, 29 de enero de 2020

La Misión para la Transformación Energética ha trazado la ruta para el futuro de un sector llamado a convertirse en la espina dorsal de la economía en la próxima década

Editorial

¡Es la generación de energía! Ese bien podría ser el grito de guerra de la economía colombiana para la próxima década si se aplican las recomendaciones hechas por los 20 expertos que conformaron la Misión para la Transformación Energética al Gobierno Nacional, quienes analizaron por nueve meses de dónde venimos y para dónde vamos en uno de los renglones determinantes para el futuro inmediato. Los componentes teóricos del estudio fueron: la competitividad, participación y estructura de mercado; el rol del gas natural en la transformación energética; la descentralización, digitalización de la industria, y gestión eficiente de la demanda; el cierre de brecha, mejora de calidad, y diseño y formulación eficiente de subsidios; y la revisión del marco institucional y regulatorio del sector. Todo un arsenal de propuestas para hacer del sector la piedra angular de la economía para desarrollar al país en varios campos, pero Colombia es un país de comités, misiones, expertos y reuniones, que puede archivar esta iniciativa en el anaquel con otros estudios de su nivel que nunca pudieron ver la luz de sus propuestas.

El objetivo trazado por el Gobierno Nacional con todos los actores del sector fue elaborar recomendaciones para modernizar su regulación y la institucionalidad, bases que el Ministerio del ramo debe poner en marcha antes de que se vayan olvidando y el frenesí político las haga a un lado y evitar que el sector energético pase a un siguiente nivel. Colombia debe caminar hacia la alta competitividad energética y para lograrlo debe hacer reformas estructurales así hayan perjudicados en este reacomodo. El país político y económico es muy dado a hacer estudios para que las cosas cambien, pero al final archivarlos por ser muy radicales o porque los jugadores actuales se encuentran en su zona de confort.

Las recomendaciones de la Misión de Transformación Energética deben ser aplicadas en lo posible o levantarse un cronograma que las haga factibles, pero más allá de su necesaria implementación, total, parcial o selectiva, el sector debe caminar al lado de los pilotos de fracking, pues es inconcebible que se hagan planes de qué hacer con el gas o el petróleo si no se garantiza el mínimo de suministro, exploración y explotación para los próximos años. En pocas palabras, lo primero que debe hacer el Ministerio es cuñar, respaldar y apurar los pilotos que se tienen planeados sobre fracturación hidráulica o estimulación hidráulica que no solo aumentarán la extracción de gas y petróleo del subsuelo, sino que garantizarán la reservas necesarias para que los sectores productivos puedan hacer planes de negocios reales con precios bajos de combustibles, pues no es lo mismo importar que comprar productos locales. No se puede hablar de competitividad en el sector energético, ni de regulación o una institucionalidad más moderna, si no hay los mínimos de combustibles. Más aún, no se puede hablar de desarrollo de energías renovables, si no hay combustibles de transición que permitan ir hacia ese estado de bienestar. Colombia es un país rico en petróleo y gas recursos que debe extraer del subsuelo hasta la última gota, no solo para exportarlos y proveer de combustibles baratos a las industrias por ser locales, sino como un acto de responsabilidad para sacar a más familias de la pobreza.

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