Al metro no hay que politizarlo para que avance

Para nadie es un secreto que esta vez la primera línea del metro de Bogotá ha llegado más lejos que en cualquier otro momento de su larga historia de promesas incumplidas de casi 70 años. La administración Peñalosa ha llevado las cosas hasta un punto de no retorno como nunca antes había sucedido, pero las mismas fuerzas politiqueras y populistas, que han capturado a la ciudad, ya levantan voces para que se suspenda el proceso hasta que no se elija un nuevo alcalde para el Distrito, lo que sería una catástrofe y un nuevo episodio del detrimento patrimonial al que se han acostumbrados los bogotanos que han aplazan la decisión de contar con un sistema de transporte masivo basado en un metro ferroviario, tal y como ocurre en todas las ciudades del mundo de más de 10 millones de personas.

El próximo jueves 3 de octubre será definitivo para el futuro del metro de Bogotá. Antes de llegar a este punto se han surtido 90 pasos y lograr que cinco consorcios internacionales propongan sobre la construcción y la operación de esta necesidad latente para la Capital de Colombia. La politiquería y el populismo se han opuesto por muchas décadas a que algún alcalde entregue al menos una línea sobre la cual se pueda ir construyendo cada dos años más ramales, subterráneos o elevados, pero pensando en una movilidad digna para las personas que viven en Bogotá y que sufren la sobrepoblación de buses, taxis, motos y vehículos particulares. Es irracional que existan personas que sigan oponiéndose a esta primera línea por pura politiquera, que dista mucho de querer para la ciudad un futuro mejor. Bogotá es la ciudad del mundo con más estudios de factibilidad del metro y su historia está sembrada de propuestas que han visto la oscuridad al llegar al Concejo, a los ministerios, a la Casa de Nariño y por supuesto a sucesivas alcaldías. De todos depende que esta vez se empiece a construir el metro y para tal efecto hay que seleccionar un consorcio sólido que tenga como objetivo entregar la primera línea real, no llevar la licitación que gane a un tribunal de arbitramento.

Hay cinco consorcios compuestos por unas 30 empresas que deberán presentar una oferta económica para avanzar en la obra, proceso que está en manos de la Empresa Metro que tiene como roles y funciones adelantar la licitación. Oficialmente la licitación se abrió el 28 de junio, en el momento en que se hicieron públicas las condiciones del contrato, además de los riesgos, todo bajo el marco plasmado en un documento Conpes que consagró las vigencias futuras de la Nación y del Distrito tasadas en unos $13 billones. También hay un crédito del BID por US$70 millones. El ganador de la licitación operará el metro, lo que es un incentivo con las propuestas hechas. Sobre este punto hay que tener el cuidado de que no se lo gane una empresa experta en lograr licitaciones para luego venderlas, tal y como ha sucedido con grandes 4G, en las que el ganador se da sus mañas para lograr una obra, pero al final sale a venderla porque ese no era su negocio. Este jueves se conocerán ofertas económicas y los puntajes que le corresponden a cada oferente, no habrá un ganador, pero se empezarán a perfilar dos o tres consorcios. En esta recta final hay tres o cuatro empresas implicadas en malas obras y licitaciones polémicas, ojalá queden por fuera para no seguir dudando en un proyecto tan importante.