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martes, 30 de julio de 2013
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Los Juegos Mundiales de Cali 2013 han sido, con justicia, reconocidos por la prensa y por la opinión pública por su buena organización, que se hizo evidente desde el majestuoso acto inaugural el pasado 25 de julio. Sin embargo, en las medallas de los deportistas reposa un grave error, por lo que los campeones llevarán en su cuello y equipaje un reconocimiento por su destacada participación en los “Word Games”, y no en los “World Games”. Esta equivocación ha sido motivo de toda clase de mofas y comentarios en las redes sociales, y aunque sin duda se trata de un gravísimo error de coordinación que seguramente no tiene que ver con el desconocimiento de los organizadores sobre cómo se traduce la palabra “mundo” al inglés, ha sido excusa para reabrir el sano debate sobre la precariedad del bilingüismo en Colombia.
 
En la copiosa literatura sobre los beneficios de contar con el manejo de una segunda lengua se destaca que, en promedio, quienes gozan de esta ventaja reciben ingresos por lo menos un 10% por encima de quienes solo manejan su lengua nativa. De otra parte, el bilingüismo es un claro propósito de política educativa, toda vez que permite acceder a un repositorio de más y mejores contenidos. En términos macroeconómicos, finalmente, existen efectos positivos de corto y largo plazo sobre productividad, acceso a mercados y crecimiento económico. 
 
La capacidad de un país como Colombia para sacar provecho de los acuerdos comerciales, por ejemplo, depende en buena medida de la eliminación del sobrecosto transaccional que sugiere el no dominio de la segunda lengua. Más aún, el desarrollo de algunas industrias en las cuales el Programa de Transformación Productiva ha reconocido un inmenso potencial para nuestro país, como la industria de BPO, encuentra un techo muy bajo por cuenta de las reducidas penetraciones de inglés. Al respecto, una investigación del Banco de la República publicada el año pasado muestra que un 2% de los estudiantes graduados de colegio exhibe un nivel intermedio de inglés, mientras que solo un 1% se puede considerar en un nivel alto. Como cabe esperar, las diferencias entre los niveles de inglés están en parte explicadas por las condiciones económicas del hogar. En efecto, si el estudiante proviene de un hogar cuyo ingreso supera los 10 salarios mínimos mensuales, su puntaje en las pruebas de inglés aumenta en promedio un 37% en relación al resto del país. Por lo tanto, la masificación de la segunda lengua pasa, necesariamente, por una agresiva intervención de política pública. 
 
En Colombia existen varios programas de distintas entidades enfocados a promover el aprendizaje del inglés. Desafortunadamente, cada una de estas iniciativas tiene tiempos, poblaciones objetivo y recursos independientes, por lo que en nuestro país no se puede hablar de una estrategia de profundización de la segunda lengua, sino de un conjunto de  propósitos atomizados en el ejecutivo. 
 
En mi opinión, Colombia está en mora de tener una estrategia articulada de bilingüismo que le permita mejorar en su competitividad y que rinda frutos incluso en el corto plazo. Como bien lo señala la Oficina para el Aprovechamiento del TLC, este es un desafío capital de nuestro país para maximizar los beneficios asociados a los tratados comerciales. Sin niveles adecuados de penetración de inglés difícilmente saldremos triunfadores de las justas comerciales. Y en esos World Games no podemos perder.

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