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ANALISTAS

La mejor estrategia de mercadeo

viernes, 19 de septiembre de 2014
La República Más
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En más de una ocasión les han preguntado a gurús del mercadeo, como Ted Levitt, Jack Trout, Seth Godin y muchos otros sobre cuál es la mejor estrategia mercadológica que se puede tener para ser exitoso, como si existiera una respuesta a tal inquietud. Sin embargo, ellos y otros han respondido siempre con la sabiduría que han demostrado: “cumpla siempre lo que promete y facilite las cosas”.

La realidad es que cuando se da una mirada a los muy complicados planes de mercadeo que las empresas tienen, elaborados con la rigurosidad de una excesiva dosis de academia, que no es lo indicado ni aconsejable, se puede apreciar que una de las causas por las cuales la mayoría no son efectivos es porque el exceso de análisis (matriz dofa y sus cruces complicados e inoficiosos que nadie entiende), la gran cantidad de objetivos y la multiplicidad de “estrategias”, lo hacen casi que imposible que se den las cosas. Es mucho más práctico y mejor pocos objetivos, una estrategia general que direccione, y acciones sencillas, para todos, pero posibles.

Y cuando se analizan las promesas, muchas de las cuales son impresas, o las que se manifiestan al cliente, puede apreciarse con mucha claridad, y casi que generalidad, que los errores causantes de los disgustos e inestabilidad de los mercados, tienen su origen en el incumplimiento de esas promesas y en la complejidad y exceso de trámites de muchos de los procesos.

Basta dar una mirada a las misiones y visiones (casi todas iguales y generosamente decorativas), a las comunicaciones promocionales (publicidad, promociones de venta, eslóganes, etc.), y a lo que dicen las organizaciones, y encontraremos otro tanto, mucho, que no hace otra cosa que causar disgusto entre los clientes y prospectos.

Uno de los fines del mercadeo moderno es “facilitar las cosas”; pero parece que se entendió al revés, porque “la telaraña” y las complicaciones son cada vez mayores y más.

Simplemente como ejemplos de promesas que no se cumplen podemos citar: crédito fácil, trato personalizado, satisfacción garantizada o la devolución de su dinero, realización, promoción de aniversario, los precios más bajos del mercado, todo a tiempo, de 3 a 9 (horarios), usted es lo más importante, para mañana, puede cambiarlo, etc., etc., etc.

De otra parte, hacer las cosas fáciles para el cliente no significa descuidar ni dejar de controlar. La cantidad de exigencias y requisitos para transacciones sencillas, repetidas, conocidas, y tantas que se dan, que hacen de los procesos algo “odioso”, convirtiéndoles en lo que alguien llamó “burocracia mercadológica”, no conduce a otra parte diferente de vacío y pérdida de clientes; la tramitomanía que cada vez parece ser mayor, formularios excesivamente largos con preguntas y requisitos inoficiosos y hasta ridículos, normatividad indicativa de desconfianza hacia todos, y más, son algunos ejemplos.

Por lo anterior, es menester e indispensable cumplir lo que se promete y facilitar las cosas sin descuidar los controles. Se da pues una gran oportunidad de conseguir nuevos clientes y, ahí sí, además, lograr una buena dosis de fidelización, que tanto preocupa a las directivas empresariales. 

¿No será acaso que se está fallando desde el interior de las organizaciones, y que todos estamos sufriendo las consecuencias de la desconfianza y el descontento existente entre las partes, es decir entre patronos, empleados, proveedores y clientes? Entonces, también es problema de selección de personal y proveedores, además de la segmentación de los mercados. Cumplir y facilitar: ¡la mejor estrategia de mercadeo!

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