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ANALISTAS

Despertando al león

jueves, 14 de mayo de 2015
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Las últimas semanas han sido de bastante agitación en el mundo cooperativo y solidario. En México la nueva normativa conocida como “Ley Ficrea”, que reforma la norma de ahorro y crédito popular, limitará los niveles de crédito para los usuarios, además de encarecer los créditos, según afirman los líderes del cooperativismo mexicano y entidades solidarias de las microfinanzas. En Colombia avanza la aprobación del plan nacional de desarrollo con el artículo 69 (anterior artículo 64), que incluye ese preocupante parágrafo que da la posibilidad de que las cooperativas se puedan transformar en sociedades anónimas y que el mismo presidente Juan Manuel Santos se había comprometido en eliminar el pasado 25 de marzo, cuando La República le entregó a Jenaro Pérez, gerente de la cooperativa Colanta, el reconocimiento como empresario del año.

En el caso de México y según los legisladores que aprobaron la reforma, la ley busca una “transición para que estas entidades den más garantías a sus usuarios y cumplan con todas las normas”. Frase publicada en uno de los medios de ese país, que suena muy parecida a la que se esgrime desde la Superintendencia de Salud al decir que el artículo 69 solo hace referencia a casos puntuales de cooperativas de salud que requieren una capitalización para poder cumplir con el estatuto orgánico del sistema financiero. Interesante coincidencia. Se trata entonces de afirmar que ¿El modelo cooperativo no es viable y lo único posible es el modelo de empresas del “gran capital”? Aunque se diga lo contrario, obras son amores y no buenas razones, o al menos eso parecen indicar las acciones de los diferentes gobiernos desde hace años.

Otra frase que suena similar a las escuchadas aquí, se dejó oír de un diputado del PAN y miembro de la Comisión de Hacienda, quien rechazó que la ley Ficrea pretenda limitar el ahorro: “Creo que quienes quieren captar más ahorro tienen que subir al siguiente escalón, que es la banca”, frase que tiene iracundo a todo un movimiento, pues no solo demuestra la ignorancia en la materia financiera sino que invisibiliza décadas de desarrollo e inclusión social en México, desde el cooperativismo y las cajas populares. En Colombia hace unas pocas semanas, se discutía una reforma -en estudio desde hace varios años-, que desde el Ministerio de Hacienda de Colombia se quiere hacer para afectar el sector de los fondos de empleados, y las razones escuchadas son prácticamente las mismas que las dichas por el diputado mexicano.    

Lo interesante no es la forma con la que se maneja el tema cooperativo y solidario por parte de los funcionarios de los gobiernos de turno, sino que aun estudiando el modelo, la interpretación está desenfocada de una realidad que salta a la vista donde el cooperativismo y las empresas solidarias auténticas, hacen su trabajo, generando bienes públicos, distribuyendo la riqueza, haciendo inclusión desde la base. 

Más aun, lo que tanto en el sector solidario mexicano como en el colombiano se está generando y sin proponérselo, es una reacción popular que ya empieza a mostrar señales de vida. Por primera vez en México se hicieron plantones con miles de personas al frente del Senado y en Colombia, e primero de mayo cooperativistas salieron a las calles, sumándose a varias expresiones de la protesta social, y se avecinan otras manifestaciones de carácter popular. Así, sin buscarlo, un sector de más de 7 millones de colombianos, que estaba acostumbrado a recibir críticas y “garrotazos” legislativos, desunido y desperdigado, se empieza a despertar por cuenta de un “articulito”. Bienvenidos al nuevo país.

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