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Amenazas y oportunidades

viernes, 12 de julio de 2013
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La crisis financiera más trascendente, pues afectó a las economías de varios continentes, fue la producida por las hipotecas impagables en Estados Unidos. Llevó a la quiebra de varios bancos americanos, a la crisis económica de las grandes empresas de automotores, a la quiebra de empresas inmobiliarias y al despido masivo de miles de empleados, lo que obligó al Estado a salir al rescate de la economía a través de estímulos monetarios sin precedentes, y a la Reserva Federal a tomar medidas nunca antes vistas. Desde el inicio de la crisis en el año 2007 hasta ahora, el gobierno americano destinó US$1.200 millones a la compra de deuda hipotecaria; US$200.000 millones   para respaldar los créditos de las empresas y los hogares, US$300.000 millones adicionales para respaldar la deuda pública y paulatinamente fue reduciendo sus tasa de interés desde 5,25% hasta llegar a 0%. Toda esta masa monetaria y la baja drástica de las tasas de interés cumplieron el objetivo de darle liquidez al mercado. Los efectos de estas medidas dieron resultados porque se recuperaron empleos perdidos, se devaluó el dólar permitiendo que aumentaran las exportaciones y se dinamizó la economía que hoy crece al 2,4%.

 
Las anteriores medidas y la propia crisis llevó a que grandes capitales que estaban en los países industrializados migraran hacia economías como Brasil, México, Colombia, Perú, Chile y otros países en vías de desarrollo, con el propósito de hacer inversiones, ganar mayor rentabilidad y conseguir mejores tasas de interés. Este flujo de capitales dinamizó las economías emergentes pero también revaluó sus monedas abaratando las importaciones y encareciendo las exportaciones. Este último efecto acabó con muchos puestos de trabajo y, particularmente en Colombia, los sectores agroindustriales se vieron muy afectados. Lo propio ha venido pasando con la industria de las manufacturas.
 
A raíz de la recuperación de la economía americana que hoy se evidencia, la creación de 195.000 nuevos puestos de trabajo para junio, adicionales a los creados en meses anteriores, y  seguramente la inflación que está causando el exceso de liquidez, el presidente da la Reserva Federal, Ben Bernanke, ha expresado que a corto plazo se empezarán a disminuir los estímulos monetarios; este anuncio ha causado una estampida de capitales que ahora están migrando de países en vías de desarrollo hacia la economía estadounidense con claros síntomas de recuperación. Los efectos no se han hecho esperar: la revaluación del dólar, el encarecimiento de las deudas contraídas en la moneda extranjera, el encarecimiento de las importaciones, el encarecimiento de la deuda pública, la caída de las bolsas de los países latinoamericanos, y el alza de las acciones de las bolsas americanas y europeas y el aumento en los intereses que debe pagar el estado colombiano por sus TES.
 
Todo indica que el tiempo de las grandes inversiones en América Latina y la llegada de grandes capitales se va a revertir o por lo menos se va a desacelerar, ojala parte de la masa monetaria que llegó a buscar refugió en Colombia cuando las épocas de vacas flacas de la economía americana lo haya hecho para quedarse. 
 
Lo que está sucediendo puede volver a dinamizar nuestra industria vía exportaciones pues tendremos un peso devaluado. Sin embargo insistimos, si no hay seguridad y continua la extorsión a las empresas, si no se acelera la construcción de una nueva infraestructura para el país y si no  ayudamos al campo colombiano con programas de verdadero desarrollo para sacarlo de su postración, habremos dilapidado otra oportunidad para que los diferentes actores de la vida nacional, cada uno desde su medio de acción, armonizados, cumplamos nuestra responsabilidad con la patria. 

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