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El fútbol es capaz de reunir diferentes razas, religiones, clases sociales, distintos idiomas y creencias políticas opuestas en un grito de gol; pero también es capaz de mover emociones, pasiones, desplazamientos y dinero, como cualquier compañía multinacional de grandes beneficios.
Un campeonato Mundial como el de Brasil 2014, en el que estará Colombia, reunirá 32 selecciones clasificadas, que se ganaron ese derecho en una eliminatoria de 207 equipos durante 18 meses. Además, tendrá 70 millones de brasileños pendientes del tema. El Mundial de Sudáfrica 2010 tuvo una audiencia de televisión de 12.000 millones de personas, durante 30 días en 62 partidos, y la final fue vista por 700 millones de telespectadores.
Para Brasil, la Fifa sacó a la venta 2,8 millones de entradas por internet, y recibió 4 millones de solicitudes. Cerca de 70% fueron de Brasil, mientras que Estados Unidos fue el segundo país aspirante, con 178.000 solicitudes.
Aparte del dinero, los empleos y las oportunidades que se mueven en torno al evento que se realiza cada cuatro años, un Mundial cambia las vivencias de un país: lo proyecta internacionalmente, lo llena de ilusión, las personas se sienten importantes y, en resumen, son más felices. Muchos ahorran para viajar, comprar televisores, prepararse para ver su selección en primera fila.
Se calcula que a la Copa Brasil 2014 viajarán unos 4.000 colombianos; de ellos, 1.500 lo harán con el operador oficial que tiene acceso a la boletería, a los hoteles y a los vuelos oficiales. El costo por persona para los tres partidos de Colombia en la primera fase puede estar cerca de los $24 millones. Mientras que para todo el Mundial, con derecho a siete partidos incluyendo una semifinal y final, pasa de $50 millones. Nada cómodo ni barato.
México es el país que más aficionados mueve en un Mundial. A Sudáfrica viajaron cerca de 22.000 manitos y solo la mitad pudieron ir a los estadios. Para Brasil, uno de los operadores turísticos de ese país compró dos barcos, con 3.600 camas, que utilizará como hoteles frente a las playas de Fortaleza, Natal, Recife, Bahía, Río de Janeiro, Sao Paulo, Curitiba y Porto Alegre, que serán algunas de las sedes. Ninguna selección jugará dos partidos en la misma ciudad en la primera fase, y el costo de los pasajes aéreos dentro de Brasil alcanzará cifras exorbitantes. Entre Fortaleza y Porto Alegre hay cinco horas de vuelo y un tiquete durante el Mundial va a costar más de US$1.000. Si usted va a comprar hoy un pasaje a Río de Janeiro para junio de 2014, le costará $4 millones, cuando en época normal puede valer $1,4 millones.
Colombia, por ir al Mundial, percibirá cerca de US$8 millones, más otros millones adicionales por ir avanzando. A esto le debemos sumar lo que le pagan a la Federación Colombiana de Fútbol los nueve patrocinadores que tiene, más convenios venideros. Los jugadores incrementarán sus ganancias y sus derechos deportivos se dispararán a las nubes. Se conoce extraoficialmente que los integrantes de la Selección recibirán US$4 millones por la clasificación, que se repartirán de acuerdo al número de convocatorias.
Hasta antes del partido contra Chile, Colombia era la selección con mejor promedio de asistencia en la eliminatoria: 44.614 espectadores por partido, seguida por los chilenos con 43.149 y los uruguayos con 42.714. Nuestro equipo terminará la fase previa al Mundial congregando 356.900 espectadores en el Metropolitano de Barranquilla, que definitivamente es la casa de la Selección.
Sin duda, el Mundial de fútbol es el gran acontecimiento deportivo del planeta, y para Colombia será la oportunidad de regresar después de 16 años, de volver a ser protagonista y de enmendar el error histórico de 1994, cuando el equipo del “Pibe” Valderrama, Rincón, Asprilla, Valencia, Leonel y compañía, talentoso y exitoso y que fue señalado como favorito para conquistar el título por figuras de la talla de Pelé, Menotti, Sachi y Cruyff, fracasó porque se gastaron el dinero que se iban a ganar antes de jugar el Mundial; y porque fueron víctimas de la vanidad y los egoísmos internos, que destruyeron el remate de una generación brillante que mereció un mejor final en el panorama del fútbol mundial.
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