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TRANSPORTE

Un café con Ed Glaeser: Euro V no es una opción

viernes, 26 de octubre de 2018

Las tecnologías limpias deben tener cabida.

Guillermo Sinisterra

Estando en Washington, en una conferencia sobre urbanización y reducción pobreza que organiza el Banco Mundial, tuve la oportunidad de hablar con Edward Glaeser, profesor de Harvard, quien es el economista urbano más influyente en la actualidad. Lo sorprendí en un café y me atreví a interrumpirlo, para expresarle mi admiración e invitarle a un evento importante sobre esos tópicos que se realizará en Colombia en julio del próximo año.

Hablamos de Transmilenio en Bogotá, y coincidimos en que es un modelo de sistema de transporte masivo de exportación. Me habló del gran ejemplo que había sido Transmilenio para el mundo y sobre lo interesante que iba a ser la renovación de la flota con tecnologías más limpias mientras mencionaba los buses de gas y eléctricos. Tuve que interrumpirlo y decirle que eso no iba a pasar, porque el pliego de la licitación para los nuevos buses favorecía una versión menos contaminante de buses a diésel (Euro V), con estándares que ya se consideran obsoletos en algunas partes del mundo.

Él me dijo que el diésel definitivamente no debería ser el camino a seguir y se sorprendió de que el creador de Transmilenio estuviera proponiendo esa alternativa tan anticuada. Transmilenio le demostró al mundo que se pueden transportar 52.000 personas hora/sentido en un sistema de buses y en sus inicios tuvo grandes ventajas en términos de descongestión y de inclusión social. Pero no se puede desestimar la necesidad de un sistema de transporte más confiable, más seguro y más rápido que el de buses actual, sobre todo cuando la demanda en hora pico, en el corredor planteado, es de más de 85.000 personas hora/sentido, que es muy difícil de satisfacer con buses.

Sin embargo, las dudas del alcalde sobre ese tipo de tecnologías son razonables. El gas tiene un menor poder calorífico y por ende los motores con este combustible tienen una menor potencia que los de diésel. Además, la altura sobre el nivel del mar hace que exista una pérdida de potencia adicional para los motores a gas y esto es aún más grave si hay bajas temperaturas. Es decir, que un biarticulado de Transmilenio al que le caben 250 personas aproximadamente, puede no tener la fuerza necesaria para mover un peso superior a 40 toneladas con un motor a gas convencional. Además, existe un riesgo real de suministro de ese combustible en un futuro cercano en el país.

Desafortunadamente, también existen problemas con los buses eléctricos. Además de que cuestan el doble y tienen aproximadamente la misma vida útil, la gran mayoría de buses eléctricos rodando hoy en el mundo no son biarticulados y su autonomía es limitada, es decir que no operan en las condiciones extremas en que lo harían en Bogotá. También implicaría una inversión adicional en infraestructura para carga, que no existe, y repuestos que, aunque son menos, son más costosos y más escasos.

Para proponer soluciones, creo que lo mínimo es que el estándar de emisiones fuera Euro VI, como se hizo en la renovación de la flota de Transantiago en Chile, lo que solo aumentaría el valor de la licitación en 15%.

También, existen buses mixtos o híbridos Euro VI. Esta tecnología combina diésel y eléctrico y cuesta un 30% más, pero permite ahorrar entre el 25 y el 40% del consumo de combustible, además de sus beneficios ambientales.

En conclusión: Euro V no es aceptable, ya que hay tecnologías que no son mucho más costosas y sí reducen las emisiones y los costos operacionales significativamente. Desafortunadamente no hay evidencia de que las tecnologías más limpias como gas y eléctrica, vayan a ser exitosas en un sistema tan exigente como Transmilenio y finalmente se debe mirar las tecnologías y los modos seleccionados desde una visión más amplia que su costo de capital.

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