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Rusia, que había declinado cooperar con la investigación, describió el manejo del caso por parte de Gran Bretaña como turbio y parcial. Litvinenko, quien era un reconocido crítico de Putin que huyó de Rusia a Gran Bretaña exactamente seis años antes de ser envenenado a los 43 años, murió después de beber un té verde mezclado con el raro isótopo radiactivo en el hotel Millennium de Londres.
La investigación conducida por el juez Robert Owen reveló que el ex guardaespaldas de la KGB Andrei Lugovoy y el también ruso Dmitry Kovtun llevaron a cabo el envenenamiento como parte de una operación probablemente dirigida por el Servicio Federal de Seguridad ruso (SFS), el órgano sucesor de la KGB. "La operación de la SFS para asesinar al señor Litvinenko fue probablemente aprobada por el señor (Nikolai) Patrushev, entonces director del SFS, y también por el presidente Putin", indicó Owen.
"He concluido que existe una fuerte probabilidad de que cuando el señor Lugovoy envenenó al señor Litvinenko, también lo hizo bajo la dirección del SFS. También he concluido que el señor Kovtun estaba actuando bajo la dirección del SFS", agregó. La muerte de Litvinenko marcó un enfriamiento en las relaciones entre Gran Bretaña y Rusia, que no han logrado recuperarse, empañadas aún más tras la anexión rusa de Crimea y su apoyo al presidente sirio Bashar al-Assad.
El Gobierno británico dijo que llamaría al embajador ruso. "La conclusión de que el Estado ruso probablemente estuvo involucrado en el asesinato del señor Litvinenko es profundamente perturbadora", dijo al Parlamento la ministra de Interior, Theresa May.
El Kremlin siempre ha rechazado cualquier participación en la muerte, pero la afirmación de que Putin habría ordenado directamente el asesinato de un opositor con un isótopo radiactivo en una capital occidental provocó la censura inmediata de parte de Moscú. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia dijo que el manejo "politizado, parcial y turbio" del caso Litvinenko había empañado las relaciones.
Desde su lecho de muerte, Litvinenko dijo a los detectives que creía que Putin había ordenado su asesinato. En ese entonces, el Kremlin desechó esa acusación, que calificó de absurda. "Sin duda había una dimensión personal al antagonismo entre el señor Litvinenko, por un lado, y el presidente Putin, por el otro", reza el informe del juez Owen.
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