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Emmanuel Macron, presidente de Francia
En 2019, el mandatario francés sorprendió a los líderes con la aparición del entonces ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif
Emmanuel Macron está considerando invitar al presidente chino Xi Jinping a la cumbre del Grupo de los Siete de 2026 en Francia, y la idea ya se ha discutido con algunos aliados, según fuentes cercanas al asunto.
Esto se produce en un contexto en el que el presidente francés está considerando viajar a China en diciembre, según fuentes que pidieron no ser identificadas al tratarse de deliberaciones internas. En respuesta a una solicitud de comentarios, funcionarios del Palacio del Elíseo, residencia de Macron, afirmaron que Francia desea colaborar con las principales naciones emergentes dispuestas a ayudar a abordar los desequilibrios globales.
Llevar a Xi a la cumbre de Evian el próximo año sería una jugada audaz por parte de Macron, cuyo gobierno se encuentra debilitado y cuya principal baza es proyectar una imagen de gran estadista en el escenario mundial. Con el G-7 perdiendo relevancia y Estados Unidos abandonando la cumbre del G-20 este mes, Macron apuesta a que puede redefinir este grupo informal, con una fuerte presencia europea y carente del tipo de figuras con las que Trump desea interactuar y a las que está dispuesto a viajar para reunirse.
Es normal que los anfitriones del G-7 inviten a huéspedes a asistir a partes de la reunión de líderes —en 2019, Macron sorprendió a los líderes con la aparición del entonces ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif—, pero los lugares generalmente se reservan para naciones, como Australia, que están más alineadas con las democracias del G-7.
En los últimos años, los debates del G-7 se han centrado cada vez más en cómo gestionar la creciente influencia de China, con sesiones sobre cómo proteger las cadenas de suministro de las interrupciones causadas por China y cómo contrarrestar la guerra de Rusia contra Ucrania, donde los países del G-7 consideran a Pekín un facilitador clave. Esto significa que, muy probablemente, se produciría un debate tenso si Macron logra su victoria diplomática.
De hecho, según algunas fuentes, no está claro si el líder chino aceptaría tal invitación, ni si los demás miembros del G-7 estarían abiertos a la medida.
Las tensiones entre China y los países del G-7 se han agudizado en ocasiones este año, después de que Donald Trump amenazara con imponer aranceles drásticos a los exportadores chinos y Pekín respondiera restringiendo la venta de componentes críticos, no solo a Estados Unidos, sino también a Europa. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Johann Wadephul, canceló el mes pasado un viaje a China a última hora debido a que sus homólogos se negaban a confirmar las citas.
Funcionarios franceses plantearon la idea discretamente a sus homólogos alemanes y Berlín, en general, la apoya, según una persona familiarizada con el asunto.
A medida que se intensifica la rivalidad geopolítica entre Washington y Pekín, las naciones europeas luchan por mantener su relevancia y buscan la influencia necesaria para defender sus intereses. El formato del G-7 es un vestigio de la Guerra Fría, anterior al surgimiento de rivales como China o India que desafiaran el dominio económico de Estados Unidos y sus aliados.
Si bien no refleja la distribución del poder económico mundial en 2026, sí ofrece a los europeos una plataforma para influir en los acontecimientos. En 2019, Macron aprovechó plenamente esa plataforma y, con su segundo y último mandato a punto de finalizar en 2027, todo apunta a que podría volver a hacerlo el año que viene.
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