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Giorgio Trettenero Castro, secretario General de Felaban, dijo que el sector es mucho más robusto en relación a otras regiones
En medio de la lucha que lideran los países de la región para contener la expansión del virus, los organismos internacionales han señalado que esta zona del mundo registrará una de las peores consecuencias de la crisis, por lo que la banca debe estar preparada para ayudar a frenar el impacto.
Sobre la salud de la banca de la región, LR habló con Giorgio Trettenero Castro, Secretario General de la Federación Latinoamericana de Bancos, (Felaban), quien aseguró que “el sistema bancario latinoamericano cuenta con un esquema sólido”.
¿Qué tan preparada está la banca de la región para enfrentar la situación actual?
Una banca como la latinoamericana se ha mantenido con un crecimiento real de la cartera cercano a 4,5% real en promedio, pese al bajo dinamismo de la economía regional durante el último quinquenio.
Indicadores como la solvencia del capital están ubicados en niveles promedio de 14,5%, muy superior al mínimo exigido por los supervisores financieros, mientras que la rentabilidad del activo es cercana a 1,67% y el del patrimonio del orden de 15,2%. Igualmente, según nuestros cálculos, las provisiones de cartera tienen hoy un cubrimiento de 182% sobre la cartera. En algunos países existe la provisión contra cíclica; esto contrarrestará en cierta medida el aumento esperado de la mora en la gran mayoría de los países.
La calidad de la regulación y la supervisión financiera, las políticas de los
administradores bancarios, la adaptación a la coyuntura económica, en
especial la reciente son prueba de la preparación. Tengo que decir que
América Latina no registra un período de crisis financiera al menos
desde el año 2002, lo cual no es una cifra menor teniendo en cuenta,
recesiones regionales, choques de precios de los bienes básicos y una
alta volatilidad financiera en el mundo en diferentes períodos de tiempo.
En esta ocasión tampoco queremos que ocurra una crisis financiera, y
para ello son necesarias las medidas de protección del empleo y de la
pequeña empresa. La banca hace parte integral de este engranaje de
muchas aristas para cumplir este propósito de las economías nacionales.
¿Cuáles sistemas bancarios de la región están más robustos para enfrentar la crisis?
El sistema bancario latinoamericano cuenta con un esquema sólido. Aparte de instituciones bancarias con buenos resultados, tenemos un esquema de supervisión y normas claro y concreto, bancos centrales con grado de independencia e institucionalidad aceptable, así como esquemas de garantías, sistemas de seguro de depósito y apertura para llegada de capital extranjero, entre otras. Estamos seguros que este esquema es más robusto que el de muchas otras regiones del mundo.
¿Cómo ve las perspectivas de las calificadoras frente a la banca regional?
Las calificadoras internacionales de riesgo hoy tienen un reto importante porque examinan y llevan al tablero a todos los emisores soberanos y privados. Hoy existe un reto clave por lo que ocurra con los emisores soberanos dada la tensión y exigencias a la que están sometidos. En ese sentido el destino de lo ocurra con el sector financiero y la banca como emisores privados depende en primera instancia de lo que se determine con las calificaciones soberanas. Esas son las notas crediticias más importantes para una economía.
¿Cuál es el papel de este sector en la recuperación?
En medio de la crisis, la banca cumple una función y es garantizar la continuación del sistema de pagos y cuidar el ahorro de los depositantes, esto es una labor determinante. Imagine que durante los últimos 60 días la gente hubiera tenido problemas para hacer pagos o para realizar retiros. Pese a que la liquidez se apretó, no solo en América Latina sino en el mundo, la banca sigue atendiendo a sus clientes para que no sientan traumatismos.
Luego está el tema de financiar al gobierno. En Colombia se han establecido inversiones forzosas sobre el sector y ellas han sido atendidas sin dilación alguna para que el gobierno se financie a corto plazo, por ejemplo. Luego viene la financiación de empresas. El problema es que en este punto el riesgo ha crecido.
¿Cuáles estrategias son las más comunes que se han adoptado desde el sector a nivel regional con el fin de ayudar a los ciudadanos?
La banca tiene sus empleados trabajando en sucursales, con el riesgo que esto implica. También sigue proveyendo de efectivo los cajeros en la calle normalmente. Para esto necesita empleados trabajando en turnos 24 horas al día, siete días a la semana en los centro de operación. La banca y su servicio de pagos, son un servicio esencial. Igualmente, la banca ha diferido pagos, y ha hecho “congelamientos” de cuotas para dar espacio a sus clientes en un momento de mucha dificultad económica. Esto tiene costos importantes para las hojas de balance.
Uno de los retos que supone esta coyuntura para la banca es la digitalización, ¿cómo están avanzando las entidades de la región en esa materia?, ¿cuáles son los países que presentan mayores progresos?
La región ha dado pasos importantes en ese campo y la banca es un actor destacado. En el año 2018 presentamos un estudio con CAF y Anif en el que mostramos que la oferta de servicios digitales en la región puede darse casi de manera integral de forma digital. Servicios que desde el ahorro, pasado por los pagos y las transferencias, hasta llegar a créditos de diferentes modalidades pueden ser gestionados y examinados por el cliente por medios telefónicos, virtuales y digitales por los clientes.
Una situación distinta se da en el campo de la demanda. Por que subsisten problemas estructurales. Según la CAF existe una brecha que en economía digital existe entre los países de la Ocde y los países de América Latina (45,47). Solo la mitad de los latinoamericanos accede al internet, y una parte menor tiene acceso a los teléfonos inteligentes. Además, se requiere de educación financiera que invite al público a conocer los beneficios de los canales digitales. Todo esto debe ser el futuro, pero la cultura y los hábitos muchas veces son difíciles de cambiar.
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