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HACIENDA

Con el plan fiscal de Trump caen los impuestos, pero no las dudas

domingo, 10 de diciembre de 2017

Habitantes del estado de Michigan que votó por Trump muestran escepticismo ante la propuesta de los republicanos.

El Economista - Ciudad de México

Una noche de semana concurrida en el boliche 5 Star Lanes, ubicado en un suburbio de Detroit donde el presidente Trump obtuvo una importante cuota de votos, se percibía poco entusiasmo por la propuesta republicana para recortar impuestos.

Una mujer sexagenaria jubilada que jugaba con sus amigas dijo estar cansada de que la clase media tenga que pagar más para que los adinerados puedan continuar enriqueciéndose.

Unos pasillos más adelante, una mujer de mediana edad con cabello ensortijado y gris declaró que mientras más escucha sobre el plan fiscal, más lo detesta. Mientras que un grupo de jóvenes vestidos con playeras iguales ni siquiera entendía cómo funcionaría la propuesta, aunque se mostraron escépticos sobre la posibilidad de que sus impuestos pudieran decrecer de manera significativa.

Ron Stephens, un republicano de 49 años que trabaja en la industria automotriz y que apoyó al senador Ted Cruz como candidato presidencial, no espera beneficiarse con la propuesta. Cualquier ganancia que pueda obtener con el recorte de tasas será contrarrestada por los cambios instrumentados en otras deducciones habituales para él. Y ni hablar sobre la reducción del impuesto corporativo de 35 a 20% prevista en la iniciativa aprobada por el gobierno el pasado sábado 2 de diciembre.

“¿Por qué vas a recortar sus impuestos?”, dijo Stephens, mencionando algunas familias adineradas de la industria automotriz como ejemplos, mientras que esperaba su turno para jugar. “Con el nivel de vida que disfrutan en comparación con el resto, ¿por qué necesitarían eso (un recorte de impuestos)? No tendrá un gran impacto para ellos, pero para alguien que gana 30,000 dólares anuales, sí tendría un enorme impacto para ellos”.

Oposición mayoritaria al plan de Trump

En los suburbios de Detroit, y de todo el país, muchos ciudadanos piensan que el plan fiscal republicano es un obsequio para los ricos y que en el largo plazo beneficiará sólo a un número reducido de personas. El presidente Trump y prominentes políticos republicanos aseguran que los recortes serán compensados por el crecimiento económico —generando más empleos y mejores remuneraciones— aunque muchos votantes se muestran escépticos al respecto.

Las encuestas muestran consistentemente que la oposición de los estadounidenses al plan fiscal es mayoritaria, incluyendo el estudio de Quinnipiac de noviembre, el cual prueba que por cada dos personas que desaprueban el plan, sólo uno lo respalda. Esa encuesta muestra que ni siquiera uno de cada seis estadounidenses espera que sus impuestos sean reducidos, mientras que, más del doble piensa que sus impuestos aumentarán. Considerando sólo a los republicanos, una tercera parte espera obtener una reducción en sus impuestos.

Aunque los líderes republicanos esperan que la aprobación del paquete fiscal pueda beneficiarles de cara a las elecciones intermedias el próximo año, las encuestas señalan que sus propuestas son más impopulares que, por ejemplo, aquellas que impulsó George W. Bush.

En octubre, una encuesta de CBS News reveló que 70% de los estadounidenses pensaba que la iniciativa fiscal no debía ser considerada una prioridad.

En el boliche también había algunos que respaldaban la iniciativa. Jeff Johnson dijo que esperaba que la mayoría de las familias de clase media percibieran una mejora, pero le emocionaba más la reducción al impuesto corporativo, pues dice que ayudará significativamente a los pequeños negocios en Michigan. Por años Johnson operó su propia compañía de anuncios publicitarios y actualmente trabaja por una gran compañía que compite en el mismo giro.

A pocos kilómetros de distancia del boliche, en un bar de deportes, dos compañeros de negocios estaban eufóricos ante la idea de reducir la tasa corporativa. Se trata de Jeff Hinsprerger y Mark Mathenson, propietarios de World Class Equipment en Shelby, empresa que construye robots para las plantas automotrices; ambos votaron por Trump.

Su negocio se está expandiendo aunque dicen tener dificultades para obtener el financiamiento que necesitan para responder a los pedidos que reciben. Dicen que con el efectivo que tendrán disponible por el recorte de impuestos la compañía podría financiar más con propios medios, permitiéndose contratar más empleados e invertir en más equipo. “Todos piensan que los propietarios de negocios son tacaños”, señala Mathenson. “No lo somos. Somos quienes lo arriesgan todo”.

Muchos de los entrevistados coinciden en que el plan fiscal tiene el objetivo el incremento de la brecha entre los ricos y el resto. “No están poniendo interés en la clase media”, comenta Andrew Stewart, un estilista de 30 años que trabaja como mesero mientras estudia para convertirse en un terapeuta. “La brecha entre la clase media y la clase alta está creciendo, y no creo que sea una coincidencia (…) Es más fácil controlar a la gente cuando dependen de ti”.

Una época triste

Stewart era partidario de la candidatura presidencial del senador Bernie Sanders. Piensa que el Partido Demócrata le robó la nominación por lo que, en las elecciones, votó por Jill Stein del Green Party, de lo cual no se arrepiente. Stewart desaprueba la forma en la que Trump ha administrado al país. “No me siento representado en lo absoluto. Es una época triste en la historia estadounidense”.

Lee Johnson, un retirado de 63 años, dijo que si en verdad la clase media se fuera a beneficiar de la reforma fiscal, los republicanos no habrían tenido que discutirla a puerta cerrada y con tanta premura. Johnson votó por Hillary Clinton, aunque la considera “el menor de dos males”. Johnson ha notado que cuando los políticos republicanos son entrevistados sobre el plan fiscal no pueden responder la siguiente pregunta: “¿Ayudará a la clase media?”.

“Ya ni siquiera me molesta”, dijo Johnson, quien viajó a Sterling Heights (ciudad ubicada en el condado de Macomb, en Michigan) para hacer compras navideñas. “No les interesa. No hay más que decir. Simplemente no les importa”.

A un par de millas de distancia, en el restaurante Nicky D’s Coney Island, Patrick Colley terminaba de comer. El transportista de 59 años dice sentirse emocionado al ver a los legisladores hablando de recortes de impuestos para la clase media y de tener un presidente que dice entender a tipos como él. Espera beneficiarse, aunque no está seguro de cuánto, y espera que los trabajadores más jóvenes, que ganan mucho menos que él, puedan beneficiarse aún más. Pero le preocupa que “haya muchas cosas poco claras sobre los ricos” en este plan, asegura Patrick.

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