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Tras el duro golpe de la pandemia, el sector vuelve a sufrir un retroceso económico ante la falta de respuesta de la empresa aérea
“Un cliente que volaba esa noche me llamó. Al día siguiente vi en la televisión que Viva Air quebró”, así fue como Luz Marina Vega, gerente de la agencia de viajes LMV Representaciones Turísticas (que opera en Bogotá) se enteró del cese de operaciones de la aerolínea.
Por cada silla que una agencia de viaje precompra en una aerolínea, deposita entre $50.000 y US$50 a las compañías aéreas. Por el bloqueo de 5.000 sillas, la cifra de la pérdida asciende a casi $300 millones. Para definir la compra, el dinero debe girarse completo. “Yo recibo la plata del cliente y le debo pagar la totalidad del tiquete a Viva, así sea que el viaje sea para dentro de dos meses”, explica María Victoria Buitrago, gerente de la agencia Vicky Buitrago con sede en Armenia.
Febrero, que debía ser un mes de repunte económico por la temporada de Semana Santa que se avecina, se convirtió en la pesadilla de las agencias de viajes. Hace dos días, Nelcy Zapata López, gerente de Priority tour, con sede en Montería, revisó la contabilidad de su empresa familiar y aunque Viva Air no le debe dinero, sus ventas tuvieron una caída de 60% con respecto al año anterior. “Hay mucha incertidumbre. Las personas no quieren comprar por desconfianza en las aerolíneas y eso nos perjudica. Las ventas cayeron de una manera estrepitosa”, asegura.
Otras agencias vendieron sueños que no despegaron, como expresa Ginna Cárdenas, gerente de Travel World Colombia. “Nosotros vendemos a futuro. Tenemos reservas hasta octubre de 2023 con dinero que ya le hemos dado a las aerolíneas. ¿Cómo le dices a alguien que ha soñado sus vacaciones que ya no podrá viajar o que tendrá que pagar nuevamente un tiquete y ahora a un mayor precio?”, enfatiza.
De todas las reservas que vendieron, Cárdenas reporta que en 40% de las mismas su agencia de viaje ha tenido que regresar el dinero para que el cliente no pierda el gasto de hotel y de actividades turísticas que ya tenía. Otro 40% ha logrado viajar a través de reubicaciones que ha hecho el Gobierno con otras aerolíneas y 20% de sus clientes están asumiendo las pérdidas.
Luz Marina Vega dice que al día recibe hasta 30 llamadas con la misma pregunta: “¿Qué va a pasar con mis tiquetes?”. “No tenemos ganancias y estamos dedicando tiempo. Es un desgaste emocional. Lo hacemos porque somos intermediarios y queremos ayudar a los clientes”, menciona.
La situación para las agencias de viajes, que recién se levantan del duro golpe que les dio la pandemia, se agrava cuando además reciben la noticia de que algunos hoteles también cerrarán tras el anuncio de la aerolínea de bajo costo.
“Varios operadores de hoteles nos avisaron que se quebraron porque trabajaban empaquetados con Viva Air”, indica Buitrago. En el negocio de las agencias de viajes, añade, las ganancias se incrementan por volumen. La utilidad por paquetes turísticos redondea hasta 12% de la base comisionable, que no incluyen los impuestos que los clientes pagan por hoteles y tiquetes, que constituyen el groso del precio final.
Sumado a las pérdidas económicas, las cuatro gerentes coinciden en que la falta de credibilidad en las aerolíneas es el nuevo “monstruo” que ataca las finanzas. “El gobierno dice: denuncie, pero necesitamos una solución inmediata. Todos los días tenemos pasajeros que se quedan sin vuelo”, coinciden.
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