No somos caros, somos competitivos

Este tipo de escalafones, que surgen del análisis de varios elementos, y no se basan sólo en los precios de la energía, demuestran que Colombia es competitiva en materia energética. El problema con las comparaciones que se enfocan solo en precios es que no analizan la calidad y la confiabilidad del servicio, y además tienen muchos factores externos que se escapan de la gestión del sector y que dificultan las comparaciones, como por ejemplo, la disponibilidad de combustibles, los precios relativos del capital, las economías de escala, las variaciones de la tasa de cambio, la tasa impositiva, o el desconocimiento de subsidios a los insumos como el gas, a la energía misma. 

Por eso, más allá de comparar peras con manzanas, desde la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen), creemos que para que haya un debate constructivo sobre los precios de la energía lo más importante es entender cómo se configuran estos y qué factores determinan el valor final.

Colombia produce energía a partir de diversas fuentes: agua, gas, carbón, renovables no convencionales y combustibles líquidos, lo que permite tener una canasta energética diversificada y confiable, pues la ausencia de alguna de estas fuentes puede ser suplida por otra.

Aunque algunas personas tienen la percepción de que producir energía a partir del agua es económico, y que al ser Colombia un país con alto recurso hídrico los precios de la energía deberían ser muy bajos, tal consideración es imprecisa, pues la disponibilidad del agua para generar energía está determinada por un factor que nadie en el mundo puede controlar: el clima, tanto el actual como el futuro. 

Cuando las proyecciones meteorológicas indican que puede haber menores lluvias durante los próximos meses, por cuenta del Fenómeno de El Niño, los generadores eléctricos tienen que conservar el agua, y por ende, buena parte de la demanda de energía pasa a ser  asumida por las termoeléctricas, que generan a partir de carbón y gas. Esta disponibilidad de recursos para la generación es la que determina finalmente el valor de la energía,  como pasa en cualquier mercado del mundo que responda a la oferta y la demanda.

A pesar de que fue el sector eléctrico el que le dio viabilidad a la construcción de grandes proyectos de gas en Colombia, hoy en día, los generadores de energía pagamos el gas en promedio a US$6 por cada MBTU (British Thermal Unit), lo que hace que la energía a partir de esta fuente cueste aproximadamente $187  por kilovatio hora. Si el gas bajara a US$4 por cada MBTU (como se lo cobran a los industriales), el precio del kilovatio hora podría bajar a $140 pesos, es decir, 24% menos del precio actual. Por eso, la forma más eficiente, ambiental y económica de tener menores precios es tener disponibilidad de gas para el sector termoeléctrico a un precio  más bajo.

Otras medidas, que no se basen en solucionar temas estructurales de abastecimiento de gas y entrada de nuevos proyectos de generación,  terminarían afectando la seguridad del servicio eléctrico. 

En 2012 Brasil adoptó esa política,  el gobierno de Dilma Rousseff, preocupado más por obtener créditos políticos, eliminó componentes de las tarifas, lo que restó competitividad al sector y llevó al país a un apagón a comienzos de este año, que al final generó un incremento del 60% en los precios de la energía.

Lo vivido a comienzos de los años noventa nos dejó una gran lección, y entendimos que la energía más cara es la que no se tiene, por eso construimos un sistema eléctrico confiable que por más de 20 años no ha sufrido un solo apagón.

Ahora necesitamos mantenerlo, defendiendo el principio de competitividad pero sin olvidar la confiabilidad y sostenibilidad de nuestro sector.