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Imagino pocos escenarios en los cuales una comunidad decide dinamitar un puente que conecta su poblado aislado con un camino hacia la ciudad, hacia mejores oportunidades, hacia la esperanza de un futuro más próspero.
Tal vez en un mundo apocalíptico imaginario decidan hacerlo ante una inminente invasión zombie; pero en el mundo real, en Colombia de 2026, la amenaza no es ciencia ficción. Es un hecho que en el próximo lustro nuestra sociedad se va a transformar radicalmente, experimentando una transición laboral dramática dada la reconfiguración de la naturaleza del trabajo, ligada a la implementación primero gradual y después súbita de tecnologías de inteligencia artificial.
En lugar de cerrar caminos, deberíamos construir avenidas para educar a nuestro talento en las habilidades requeridas para la transición. Desplegar carreteras de múltiples carriles para re-entrenar aceleradamente a nuestra población que por naturaleza es creativa, trabajadora y resiliente, pero que carece del conocimiento requerido para implementar tecnologías emergentes que se están desarrollando y desplegando en Estados Unidos, Europa, China e India.
En Colombia, a contra-tiempo, en medio de una revolución global sin precedente, sin pausa y sin compasión, el gobierno decidió acabar su financiación de Colfuturo, una entidad que por más de 30 años brindó a más de 25,000 colombianos la oportunidad de estudiar posgrados en el exterior. Decidieron hacerlo en el momento en que como país necesitamos mirar hacia afuera, viajar, aprender, y volver para construir.
Tengo la fortuna de haber coincidido con docenas de becarios de Colfuturo. Colombianos estudiosos, dedicados, comprometidos. Abogados, ingenieros, médicos e investigadores que han regresado a nuestro país para hacer bien. Gente honesta que cree que Colombia puede ser mejor, que por fortuna pudieron aprovechar a esta institución para financiar sus estudios, que sin su existencia no habrían tenido el privilegio de una educación de alta calidad, y no habrían vuelto a casa a compartir sus aprendizajes.
Tal vez podemos evitar un error grave, tal vez estamos a tiempo de plantarnos en frente de las cuadrillas que instalan el TNT antes de que detonen las cargas. Exigir al gobierno y al congreso que protejan a Colfuturo, que no nos quiten la oportunidad de que miles de jóvenes talentosos aprendan en las mejores universidades del exterior y que vuelvan a Colombia a nutrir el sector público y privado, a las capitales y a las regiones, de conocimiento y energía.
Construir en lugar de destruir, transitar en lugar de detenerse, mirar hacia el cielo en lugar de enterrar la cabeza en la arena, proteger la educación, brindar oportunidades, cuidar los sueños, apoyar a Colfuturo.
Mientras que el país avanza en productos como cuentas de ahorro y depósitos de bajo monto, la brecha persiste en el uso, especialmente en regiones históricamente excluidas como el Caribe
En términos de urgencia, la prioridad debe ser la asignación de nueva capacidad que no tiene un límite intrínseco diferente al costo de expansión del sistema, perfectamente gestionable con planeación y señales económicas claras