MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La economía colombiana registró un crecimiento promedio anual del PIB de 4% entre 2002 y 2022, esto es, en los últimos cinco gobiernos. En los dos de Uribe Vélez el aumento fue de 5,2 y 3,9%, en los de Santos, de 5,12% y 2,24%; y en el de Duque, de 3,53%, incluyendo la pandemia que llevó a una caída de 7,2% en 2020, que luego rebotó a 10,8% y corrigió el promedio a 3,8%.
A partir del último trimestre de 2022, ya Petro en el poder, el derrumbe fue muy grande al pasar de 7% a 2,9% en el II semestre. En 2023 se terminó en 0,6%. En 2024 nada espectacular con un 1,7% y en 2025 se ha dado un ligero repunte hasta 2,7% en el primer trimestre y se espera un definitivo de 2,2% y para 2026 debe mantenerse en ese nivel.
Así, es evidente lo que está ocurriendo en el gobierno de Petro: la riqueza nacional (PIB) ha crecido la mitad de lo logrado en el siglo XXI. Para recuperar ese empobrecimiento relativo y volver a la tendencia, se requerirá un un crecimiento de 6,2% promedio anual en el período 2027-2030, esto es, en el próximo gobierno, lo cual es muy improbable, por no decir imposible.
Primero, los renglones que más agregan valor están de capa caída por un comportamiento negativo de la inversión y un ambiente malsano anti sector privado, promovido por el mismo Ejecutivo, que ha afectado particularmente a la manufactura, a la vivienda y a la infraestructura y explotación petrolera y minera.
Es tan evidente que mientras en Latinoamérica se han firmado entre 2023-2025 unos 230 proyectos de explotación de recursos naturales, en Colombia no hay uno, como tampoco se ha iniciado alguno en infraestructura.
Las consecuencias de la errada narrativa sobre la transición energética se comenzarán a ver en el próximo cuatrienio no solo en el PIB, sino en los recaudos oficiales y en los precios que pagan las familias por combustible y gas, en particular porque subirán brutalmente las tarifas en este último, más de 50% en tres años.
La catástrofe fiscal (como se explica en el libro (“El desastre anunciado del último Aureliano”) está siendo subestimada, pues el déficit se acercaría a 8% del PIB en 2026. Si un punto equivale a $18 billones, el faltante ascenderá a $145 billones, ya de por sí es brutal de $129 billones.
Los cálculos oficiales de recaudos están sobreestimados por una razón especial los sectores que más aportan al fisco como minería y petróleo, construcción e industria están decreciendo o crecen muy poco, en tanto que los que más crecen tienen alta dosis de informalidad tributaria.
La demanda agregada está sostenida en buena parte factores ajenos como las remesas, la extracción de oro ilícita y en el turismo criminal y el Gobierno se está haciendo el de la vista gorda, porque parece que su objetivo es otro. Así, es muy dura tarea para quien suceda al “último Aureliano”.
El comercio no es una guerra silenciosa entre compradores y vendedores. Es un intercambio voluntario en el que ambas partes ganan, siempre