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Analistas 25/02/2022

Prospectiva inmobiliaria

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor

Nos encontramos con cifras récord en ventas inmobiliarias tanto en vivienda usada, como en proyectos que reflejará, esto último, máximos históricos en iniciación de obras y en entregas de viviendas nuevas en 2022, con efecto positivo para la generación de empleo y PIB en el país. La industria y en general el sector empresarial que desarrolla dichos proyectos, cuenta con indicadores macro, lleno de oportunidades. No obstante, existen preocupaciones y riesgos para controlar y superar.

La Galería Inmobiliaria hace censo sobre la evolución de las ventas de proyectos en las principales ciudades, sus cifras ratifican el buen momento. Se comercializan sobre planos en promedio mensual de los últimos doce meses cifra cercana a 20.000 unidades, las que valen $4 billones mensuales en promedio. Las cifras de Bogotá con municipios aledaños y las aglomeraciones de Medellín, Bucaramanga, Barranquilla y Valledupar jalonan el aumento de cerca de 30% en el año corrido.

Las promotoras constructoras, de la mano de las fiduciarias, las instituciones financieras, el mercado de capitales, las comercializadoras y las Cajas de Compensación Familiar para las viviendas sociales, se han adaptado para este crecimiento e incluso entes territoriales hacen lo propio. Entre las constructoras, el patrimonio de las grandes que son Bolívar, Amarilo, Marval, Capital y Arquitectura & Concreto, se ha fortalecido con actividad en diferentes regiones del país, aunado a las constructoras de nicho y las regionales, que hacen bien la tarea y que en conjunto son esenciales para el mercado y para la adecuada construcción de ciudades formales.

Ahora bien, como las ventas sobre planos se hacen a precio fijo, el alza de costos de insumos y de mano de obra, que están creciendo bastante por encima de la inflación, son un dolor de cabeza para las constructoras, y en sentido contrario, consolida la oportunidad para los pre compradores o beneficiarios de área futura, porque congelan el valor del inmueble proyectado con una pequeña separación.

La continuidad de la política pública de vivienda es fundamental, ya que en la producción de las nuevas viviendas, las sociales que equivalen a 70% del mercado, sin los subsidios del gobierno, no tienen capacidad de ser adquiridas. La demanda se incrementó con la migración desbordada en los últimos años. El reto es volverla efectiva aunada a las demás necesidades de vivienda social del país.

Para el caso de Bogotá, donde está cerca de la mitad, en valor, del mercado de las edificaciones nuevas, la inestabilidad jurídica de la norma, derivada de la duda de la permanencia del nuevo POT y en el entretanto la inviabilidad para ciertos tratamientos urbanísticos, no solo es preocupación del sector sino talanquera para mantener el crecimiento de la construcción de viviendas. A su turno, las oficinas, además de la incertidumbre de la presencialidad en las mismas, entre inventario, obras en oferta y obras paralizadas, se tardará más de cuatro años para absorber esta oferta.

No obstante los nubarrones, incluida la incertidumbre política, el sector inmobiliario y de la construcción se apuntala como necesario instrumento para el mejor futuro del país.

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