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Analistas 15/06/2019

FMI y su visión de Colombia 2019 - 2022

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

El FMI divulgó recientemente su visión macro-fiscal de Colombia a través del conocido reporte de Artículo IV. A diferencia de años anteriores, en esta ocasión se dan claras advertencias de que la sostenibilidad fiscal de Colombia requiere actuar pronto y de forma coordinada entre el Ejecutivo y el Legislativo. Atrás parecen haber quedado las visiones cándidas en que el FMI decía que el problema fiscal se arreglaría mejorando la gestión de la Dian, esperando entonces ganancias hasta de 1,5% del PIB por año (ahora nos habla de solo 0,1% del PIB por año por cuenta de dicha gestión tributaria).

Otra de las preocupaciones del FMI tiene que ver con el lento ritmo de crecimiento económico. Pero, paradójicamente, esa multilateral termina “comprando” la ilusión de la Administración Duque de que la “economía Voodoo” de la Ley de Financiamiento 1943 de 2018 habría de acelerar pronto ese crecimiento del PIB-real hacia 4,5% (+1 punto porcentual-pp). A este respecto cabe señalar que, en los inicios de este año, se está comprobando cuán difícil será siquiera llegar a 3,3% en este 2019. El desempeño del primer trimestre de 2019, a ritmos de solo 2,8% anual, estuvo significativamente por debajo de 3,4% anual que pronosticaba Anif con base en sus “indicadores líderes”.

Los correctivos macro-económicos a seguir

Para corregir las fallas macro-económicas, la Administración Duque requiere trabajar en al menos cuatro frentes durante el período 2019-2022: i) elevando la precaria relación Recaudo (neto de devoluciones)/PIB desde el actual 14% hacia 16% (aunque el FMI no detalla cómo debería hacerse); ii) recortando el gasto público en al menos 1% del PIB, pero curiosamente las cifras del FMI revelan que ello se haría tumbando el gasto en infraestructura del 1,5% del PIB actual hacia solo un 0,4% del PIB (lo cual implica que no habría gasto adicional al ya comprometido en las “vigencias futuras”); iii) impulsando reformas estructurales a nivel pensional y en el área de la justicia; y iv) enajenando una porción significativa de activos estatales, pero aclarando que esos recursos deben ir a inversión y no a gasto operativo-recurrente (nótese que esto último debe resolver problemas contables relacionados con la Regla Fiscal-RF, tal como lo discute dicho documento).

El FMI enfatiza que Colombia ha podido maniobrar, con relativo éxito macro-financiero, el complejo período 2015-2018. En efecto, cabe aplaudir nuestro desempeño al compararse con lo ocurrido en el resto de América Latina. Colombia, Chile, Perú y, en menor medida, México han podido mantener crecimientos positivos y mejoras en el frente social.

En particular, Colombia registra un crecimiento del PIB-real de 2,7% en promedio anual durante el último quinquenio (pero ha perdido cerca de 1pp en su crecimiento potencial). También se ha logrado reducir la pobreza monetaria desde 42% hacia 27% de la población total durante la última década. No obstante, durante 2018 se frenaron esos progresos en la lucha contra la pobreza e inclusive se deterioró la concentración del ingreso, al elevarse el Gini desde 0,51 hacia 0,52 (trayectoria diferente a la insinuada por el “balance rosa” que nos pintara Santos II).

Anif considera que el FMI ha debido puntualizar que los colchones que existían en materia de utilización crediticia local e internacional ya se han venido agotando durante 2015-2019. Esto nos deja entonces un preocupante balance en materia de déficits gemelos externo-fiscal para el horizonte 2019-2022, como lo veremos a continuación.

Desafíos en el frente externo

En el frente externo, Colombia ha sido incapaz de virar hacia una economía más diversificada que le permita contener el deterioro de la cuenta externa, concentrando todavía 70% de sus ingresos en commodities. Ante la falta de profundidad exportadora (tan solo 16% del PIB), Colombia estará arrojando déficits externos elevados, cercanos a 4% del PIB durante el período 2018-2020.

Este deterioro en las cuentas externas no es atribuible tanto al deterioro en los términos de intercambio, como a la persistencia del elevado Costo Colombia (costos laborales, energéticos y de transporte). De hecho, el precio del petróleo Brent ha estado bordeando aceptables niveles de US$70/barril durante este período 2018-2019.

Tal vez la única buena noticia en el frente externo es que, al mantenerse un sistema de flotación cambiaria bastante limpio en años recientes, la relación peso-dólar hoy luce cercana a la de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA).

Ello se refleja en correcciones de 30 puntos reales frente a una amplia canasta de monedas durante 2014-2019 (mayo). En particular, hemos tenido devaluaciones que promedian un 12% nominal en lo corrido de 2019 (llevándonos recientemente a los $3.300 por dólar).

De esta manera, Colombia (por fin) está superando la grave Enfermedad Holandesa (que gobiernos anteriores subestimaron al denominarla “un mero resfriado”). Esta PPA debería reflejarse en mayor sustitución de importaciones y promoción de exportaciones, para así entrar a corregir un déficit comercial que supera hoy 2% del PIB (vs. el superávit temporal del 1% del PIB que se tuvo en 2009-2013).

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