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Analistas 22/09/2017

Escenario económico y político de Ecuador

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

La desaceleración económica que viene sufriendo la región ha tocado también a Ecuador. En efecto, la economía ecuatoriana se contrajo un -1,6% anual en 2016 (vs. +0,2% anual en 2015). Esto como resultado de su elevada concentración en una actividad petrolera con menor rebote del esperado durante 2017. Así, su demanda interna ha caído como resultado de los bajos precios del crudo.

Tampoco ayuda la ausencia de una política monetaria contracíclica por cuenta de su dolarización. Allí, la destorcida minero-energética no solo puso de manifiesto su dependencia petrolera, sino también dejó al descubierto que es una economía excesivamente recargada en el gasto estatal.

El fin del auge minero-energético le acarreó múltiples problemas de índole económico a Ecuador. El motor de crecimiento de la economía en 2011-2014 había sido la inversión (con un alto componente público), pero con el drástico cambio en los términos de intercambio se ha visto afectado el financiamiento de proyectos estratégicos de infraestructura (refinerías, hidroeléctricas, etc.). Esto mismo presionó fuertes recortes en el gasto corriente del Estado, con la frustración de seguir sin poder equilibrar sus cuentas externas y fiscales. Por ello, Ecuador ha tenido que recurrir a: i) la emisión de bonos públicos en dólares (a tasas nada favorables); ii) incrementar el recaudo tributario a través de elevar la tasa general de IVA al 14%; y iii) solicitar créditos internacionales (principalmente a multilaterales y a China).

Entre tanto, sus exportaciones exhibieron una profunda desaceleración y pérdida de competitividad por efectos de la dolarización. La acción inmediata del gobierno de Correa, durante 2014-2015, fue la de imponer salvaguardias de hasta 45% a las importaciones.

Esto le dio un respiro temporal a su balanza de pagos, pero resultó insuficiente, agravándose, incluso, el contrabando desde Colombia y Perú.

Así, la balanza comercial de Ecuador con Colombia se ha visto favorecida a niveles no vistos desde 2003. El déficit comercial en el acumulado en 12 meses a junio de 2017 bordeó los -US$550 millones (0,6% del PIB), cifra inferior a los -US$1.100 millones registrados en 2013-2014.

La crisis económica en Ecuador se ha visto reflejada en mayor desempleo (rozando el 7% al cierre de 2016) y menor consumo de los hogares (contrayéndose un -2% en 2016).

Lo realmente preocupante es que no parece haber un factor dinamizador en el corto plazo que haga pensar que la actividad económica en el país va a repuntar. El grueso de los analistas proyectan crecimientos del PIB-real cuasi-nulos en 2017, pero el FMI estima una contracción de -1,6%.

Se tenía la expectativa de que la continuidad en la línea de gobierno, ahora en cabeza del oficialista Lenin Moreno, pudiera ayudar en dicha recuperación. Sin embargo, ha ocurrido una reciente fractura con Correa (quien gobernó durante la última década). En particular, el presidente Moreno ha criticado a Correa su activismo Estatal, llevando el endeudamiento público a niveles desestabilizadores de 44% del PIB, lo cual también ha distanciado a Moreno de su vicepresidente, Jorge Glas, hombre clave de Correa.

Según el presidente Moreno, en los próximos cinco años el país necesitará alrededor de US$10.000 millones anuales (10,2% del PIB/año) para cubrir el déficit fiscal y pagar las amortizaciones de deuda interna y externa. De esta forma, los faltantes fiscales han llevado a paralizar numerosos proyectos de infraestructura.

En síntesis, Ecuador no ha sido ajeno a la pérdida de dinamismo económico de la región. La destorcida minero-energética significó un grave golpe a las finanzas del país, llevándolo a incurrir en altos niveles de deuda. Precisamente, ello ha llevado a mayor inestabilidad política, cuando se pensaba que la continuidad del gobierno de izquierda de Correa a manos de Moreno estaba asegurada. Ahora, Ecuador tendrá que seguir el camino de austeridad que ya otros países de la región han adoptado, recortando gasto y buscando unidad política para evitar una nueva crisis fiscal.

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