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Analistas 17/01/2022

Déficit externo y diversificación exportadora

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

A pesar del repunte en los precios de los energéticos en 2021, Colombia estaría arrojando un déficit en su cuenta externa cercano a 6% del PIB. Este resultado sorprende negativamente por varias razones: i) ello ocurre en momentos de tendencia alcista en precios energéticos, señal de que los volúmenes exportados por Colombia aún no se recuperan; ii) la diversificación exportadora continúa siéndonos esquiva debido a que las ideas de “cadenas productivas e innovación” no se concretan; y iii) descenso en financiamiento vía Inversión Extranjera Directa (IED), lo cual ha llevado el endeudamiento externo hacia 64% del PIB, duplicándose en la última década. Analicemos cada uno de estos factores.

En materia de volúmenes de exportaciones de petróleo, el año 2021 estaría cerrando con unos 100.000 bpd inferiores a los del pico de 800.000 en 2018. Esto indica que el éxito explorador de Ecopetrol y de sus asociados deja aún mucho que desear. Sorprende que se hable de “grandes hallazgos” de pozos que aportan en conjunto menos de 50.000 bpd y que en el margen son superados por el ritmo de extracción. Dicho de otra manera, en Colombia no existe “elasticidad-productiva petrolera” frente al precio promedio del petróleo, pues mientras este repunta un 44% (de US$45 en 2020 a US$65 barril/Brent en 2021), los volúmenes exportados caen 12%.

De allí que el país enfrente alta probabilidad de convertirnos en importadores netos de crudo a la vuelta de unos seis años (respecto del tope de reservas de ocho años de 2012-2013). Y frente a este drama de las cifras petroleras declinantes, resulta torpe que el candidato Petro hable de acelerar el abandono del sector minero-energético, lo cual sería un acto económico-suicida.

A nivel de los volúmenes de exportaciones de carbón, en 2021 estos cayeron unos cinco millones de toneladas frente al pico exportador de 90 millones a finales de la década pasada. Aquí el precio promedio también mostró un repunte importante al llegarse a los US$85 tonelada, respecto de los US$65 en años anteriores, pero su demanda está afectada estructuralmente por razones de índole ambiental y por las dificultades en costos de transporte para servir el mercado de Asia. Esto es particularmente difícil para Colombia frente a la “ambientalmente desalmada” Australia (la única economía capitalista grande que no se comprometió a frenar su ímpetu minero en el encuentro global COP26 de 2021).

Frente al tema de exportaciones “no tradicionales” se tienen todavía valores precarios de solo US$14.000 millones en 2021 vs. los US$12.000 millones de 2015 (ver gráfico adjunto). Esto implica una recuperación de solo US$2.000 millones frente al colapso exportador de US$20.000 millones respecto del total exportado en 2014, antes de la crisis generada por el fin del ciclo de commodities energéticos. “Houston: Colombia tiene un serio problema de faltante exportador de US$18.000 millones” y con exportaciones de aguacate hass por US$100 millones y uchuvas por US$30 millones no será posible solucionarlo.

A finales de 2021, estuve en el Foro de la Cámara de Comercio de Barranquilla y puse de ejemplo el caso exportador de Tecnoglass, elevando su facturación de US$100 millones a US$500 millones. Y pensaba que si muchas empresas lograran aprovechar el factor geográfico de estar a solo dos horas de vuelo de Miami, entonces dicha diversificación exportadora lograría “mover la aguja” para cerrar esa monstruosa brecha de US$18.000 millones (antes explicada). También mencioné cómo en los años 80 esa diversificación se vio impulsada por desarrollos agro-industriales, como los de Grajales en el Valle del Cauca.

No obstante, después el país se enteró que buena parte del capital de ese emprendimiento agroindustrial Grajales provenía de lavado del narcotráfico y de allí su colapso. Recientemente se ha mencionado en noticias internacionales que dineros asociados a Tecnoglass podrían tener también fuentes oscuras. Esto sorprende pues dicha firma había colocado sus acciones en la BVC, aunque recientemente optó por deslistarse de allí y procedió a emitir acciones en el mercado de valores de los Estados Unidos. Todo esto requiere prontas aclaraciones.

Resultaría muy negativo para el ánimo diversificador en materia de exportaciones que se llegara a concluir que el “costo Colombia (energético, transporte y laboral)” es tan elevado que solo empresas asociadas con el sistema de blanqueamiento de dineros del narcotráfico son capaces de competir a nivel global.

Y, por último, tenemos el serio problema de composición del financiamiento de faltantes externos que, en 2021, probablemente ascendieron a casi US$19.000 millones (6% del PIB). Esta es una cifra elevadísima respecto del referente señalado por el Banco de la República un par de años atrás cuando decía que “lo sostenible” para Colombia eran déficits externos inferiores a 2,5% del PIB. Infortunadamente, los resultados adversos están allí: i) Colombia ha completado una devaluación cercana a 60% real durante 2015-2021 (computada contra principales socios comerciales), siendo la moneda con mayor deterioro acumulado (después de Argentina y Venezuela); y ii) la deuda externa público-privada bordea los US$180.000 millones, un 64% del PIB, pues a medida que se retrae la IED solo queda la opción de incrementar dicha deuda.

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