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Analistas 12/02/2020

Cisnes negros

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

En materia económica, 2020 se presenta como un año promisorio para nuestro país, en la medida en que el crecimiento de la actividad productiva continuaría siendo impulsado por el buen desempeño de la demanda interna y el acotamiento de los riesgos en el frente externo.

En efecto, el acuerdo parcial firmado por los Estados Unidos y China generó expectativas positivas en los mercados al sentar las bases para un mejor entendimiento entre estas dos potencias mundiales, cuya relación se ve mediada por tensiones comerciales y geopolíticas. Este pacto mitigaría, en principio, la esperada desaceleración del crecimiento de ambas economías, las cuales se enfrentarían a una pérdida de tracción conforme la fase expansiva de sus ciclos económicos se acerca a su fin.

Si bien estas expectativas continúan siendo válidas, han surgido nuevos riesgos no contemplados meses atrás y potencialmente gravosos, tipificados hoy como los nuevos cisnes negros. Debe resaltarse, en principio, el brote de la nueva cepa del coronavirus en China, que además de haber generado cientos de pérdidas humanas a la fecha, ha llevado a que, ante su rápida propagación, las autoridades chinas hayan optado por restringir la movilidad de los habitantes no solo en la zona cero de Wuhan, sino en ciudades como Shanghái y Beijing, hoy tristemente desoladas.

Si bien en materia económica los primeros afectados fueron los mercados bursátiles del gigante asiático y el turismo, con el pasar del tiempo las preocupaciones respecto a los efectos negativos sobre la industria y el comercio se han incrementado. En efecto, hoy incluso se prevé que en este contexto la economía china pasaría de crecer a un ritmo de 6% en el primer trimestre del año a tan solo 4,5%, de no encontrarse una pronta solución.

Las implicaciones que tendría este hecho sobre la economía mundial son significativas. La participación de la economía china dentro del total bordeaba en 2019 cerca de 19%, y su dinámica determina en gran medida los precios de las materias primas en los mercados internacionales. En esta línea, la caída registrada en lo corrido del año de los precios del petróleo Brent y el carbón, cercanas a 20% y 7,4%, respectivamente, afectan el desempeño de economías como la colombiana y se convierten en importantes factores de riesgo.

A este panorama debe sumarse la incertidumbre generada por el proceso electoral en Estados Unidos, ya que el candidato perteneciente al ala radical del partido demócrata ha incrementado su probabilidad de ser elegido como el contendor de Trump para los comicios de noviembre. Este hecho ha empezado a generar preocupaciones en algunos sectores del empresariado y del sector financiero de Estados Unidos, pues rodea el temor de que de convertirse en presidente, la confianza inversionista y el buen desempeño económico se vean mermados.

Estos nuevos riesgos podrían, sin duda, tener gran impacto sobre la economía global y local. Si bien a lo largo de los años nuestro país ha sorteado con éxito los choques externos, lo cual le ha valido el reconocimiento de las calificadoras de riesgo e inversionistas extranjeros, estas amenazas podrían afectar ostensiblemente el proceso de recuperación económica y los logros obtenidos en materia social.

Ante este escenario, el trámite de reformas estructurales en el frente laboral y pensional en Colombia resulta más apremiante, ya que no solo permitirían alcanzar sendas de crecimiento económico cercanas a 4%, sino que contribuirían a reducir la exposición a los aletazos de los indeseados cisnes negros.

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