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Analistas 01/04/2020

Acciones

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

La expansión descomunal del Covid-19 en el mundo ha suscitado el lanzamiento de disposiciones extraordinarias para hacer frente a este escenario sin precedentes. Los gobiernos vienen impulsando medidas de expansión fiscal para (i) apoyar al sector de la salud, cuya capacidad instalada y recursos presupuestales no dan abasto para atender el desbordado número de pacientes, (ii) facilitar la dispersión de recursos a las familias en condición de vulnerabilidad afectadas por este difícil entorno de contención, y (iii) reducir temporalmente la carga impositiva de aquellas firmas que se han visto obligadas a reducir su producción, previendo fuertes caídas en sus ventas.

Este tipo de medidas también han venido siendo adoptadas paulatinamente por el Gobierno colombiano tras la declaratoria de Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica adoptado el 17 de marzo cuando ya se reportaban 75 casos en todo el territorio nacional.

El paquete de medidas no estaría completo sin el alivio en el frente financiero, el cual también ha ocupado los titulares en los principales medios internacionales. Una de las primeras instituciones en activar su arsenal fue la Reserva Federal estadounidense (Fed), cuyo programa incluyó reducciones en tasas de interés de sus fondos en 150 pbs, inyección de liquidez al mercado con un nuevo programa de compra de activos, y ampliación del alcance de las operaciones repo, entre otras. Medidas similares fueron adoptadas por el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, este último sin margen para reducir su tasa de interés.

En Latinoamérica, los bancos centrales de Brasil, Chile, México y Perú redujeron su tasa de política monetaria, anunciaron más operaciones de inyección de liquidez como repos y rebajaron las tasas de encaje. En esta línea, el Banco de la República anunció el pasado viernes el recorte de su tasa de intervención en medio punto porcentual, ubicándola en 3,75% después de 23 meses de mantenerla inalterada, lo que se suma a diversas acciones que la autoridad monetaria ha dispuesto para garantizar la oferta de liquidez y el buen funcionamiento de los mercados.

Así mismo, las autoridades han relajado temporalmente algunos requisitos reglamentarios para las entidades financieras con el fin de enfrentar la mayor probabilidad de impago de los hogares y firmas en los próximos meses. A nivel local, la Superintendencia Financiera ha alentado a las instituciones a desacumular los colchones de capital contracíclicos para todas las modalidades de crédito, favoreciendo numerosos alivios como periodos de gracia, ajustes a los plazos de pago y refinanciaciones. Al 27 de marzo, más de 261.000 clientes se habían beneficiado de estas medidas. Adicionalmente, los establecimientos de crédito también han implementado la eliminación de tarifas para algunos servicios financieros, así como el incremento en los topes en transacciones y retiro en cajeros.

En esta excepcional coyuntura, es innegable el compromiso que vienen demostrando los distintos actores de la economía. El panorama no es fácil, la suficiencia de estas medidas lo dictaminará el tiempo, pero en nuestras manos también está la solución. No serán las críticas y las cadenas de desinformación las que nos ayudarán a salir de esta coyuntura retadora. Son, por el contrario, las acciones concretas que día a día van ejecutando los gobiernos, el sector privado, así como la ayuda que cada uno de nosotros brinde a quien más lo necesita. El trabajo coordinado deberá ser continuo y orientado al objetivo común de minimizar los efectos económicos y sociales de esta crisis.

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