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Analistas 04/11/2023

La arrogancia presidencial

Santiago Angel

Mientras en el país violaban a una joven de la manera más estremecedora en Kennedy, nos enterábamos de que el padre de Luis Díaz estaba secuestrado por el ELN, y sucedían varios hechos de violencia en los municipios en los que hubo empate técnico en las elecciones, el presidente se enfocó en darle todo tipo de vueltas a los resultados del domingo para argumentar que hubo una “victoria presidencial”.

Es molesto insistir en la particularidad del carácter del presidente Gustavo Petro que hace que su Gobierno pueda estar en el riesgo de un legado irrelevante. Tras las elecciones, el presidente hizo una demorada alocución en la que se comportó como un demócrata y un estadista. Eso lo borró en minutos con una avalancha de trinos señalando que no hubo ninguna derrota, sino que, por el contrario, hubo una gran victoria por haber ganado Nariño y Cauca y decenas de alcaldías en municipios de esos departamentos. El presidente continuó los siguientes días aprovechando cualquier presencia de un movimiento cercano al Pacto en las alianzas de los ganadores para decir que se trataba de su victoria y reivindicársela.

No, presidente. Puede usted hacer cualquier tipo de malabar con gobernaciones en alianza a los liberales y La U, pero la realidad es que su desaprobación en las encuestas se vio reflejada el domingo. Uno de los enormes problemas es su círculo más próximo. Daniel Rojas, Cielo Rusinque y Hollman Morris serán “yes man” y defenderán su agenda todos los días. Nadie lo duda. Pero parece que en su Gobierno no hay una sola persona que le diga lo que hace mal. Si no fuese así, hace rato la estrategia de comunicaciones no pasaría por Twitter en el estilo trumpista.

El Gobierno perdió Bogotá y Cundinamarca; perdió Medellín y Antioquia; perdió Barranquilla y el Atlántico; Cali y el Valle; perdió Córdoba y La Guajira; perdió Villavicencio y Meta; perdió Cartagena y Bolívar ; perdió Cesar y Valledupar; perdió Sucre y Sincelejo. Y claro que perdió porque en todas estas regiones el presidente competía con sus candidatos o movimientos cercanos a él. Petro estuvo implicado especialmente en Bogotá, Sucre y Córdoba. Si la cuenta se hace en número de votos la derrota es demoledora. El Gobierno tenía las administraciones favorables en las principales capitales menos en Barranquilla y las perdió todas. Perdió en Bogotá con la figura más fuerte del Pacto y afectándolo en la última semana por las discusiones sobre el metro, perdió Medellín a pesar del monstruo burocrático de Quintero y perdió en Cali con la fuerza de los movimientos sociales y el estallido social.

El presidente necesita mejores consejeros, personas que sean capaces de decirle qué está haciendo mal y que lo lleven a reconocer con humildad que los ciudadanos no están leyendo una buena gestión. Semana tras semana Petro reacciona tarde a los hechos que necesitan atención urgente. ¿En dónde estaba para la inundación de Cartagena, la violación de una joven en Kennedy, los hechos de violencia en Gamarra, el secuestro del padre de Luis Díaz, la caída de una piedra en el Peñol, el sicariato de Soacha? En Twitter. El presidente estaba peleando en Twiiter por Gaza y defendiendo una victoria que no existe.

Si no hay nadie que sea capaz de decirle que la arrogancia como forma de Gobierno está cohesionando a las urnas, a los críticos y a los ciudadanos en su contra, Gustavo Petro no podrá lograr un buen Gobierno ni uno memorable. Al país le está yendo mal, pero el presidente cree que muy bien.

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