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Existe una palabra añorada y muchas veces mencionada en la esfera nacional e internacional, e incluso ahora es un Objetivo de Desarrollo Sostenible a nivel mundial, esta palabra es: PAZ.
De la paz se habla, se opina y, paradójicamente, también se ataca. En este momento en que se requiere pasar del dicho al hecho; aprendamos de nuestros indígenas; los Nasa, comunidad del suroccidente colombiano reconocidos por la Unesco como maestros de la sabiduría, quienes dicen: “la palabra sin acción es vacía, la acción sin palabra es ciega, la palabra y la acción fuera del espíritu de la comunidad es muerte”.
Para movilizar las palabras en función del bien común; un camino es la narrativa y otro complementario son los argumentos que posibiliten una guía hacia los comportamientos esperados para gestionar una cultura de paz.
Hoy quiero proponerles cinco argumentos para movilizar en la familia, la empresa y en las entidades de gobierno. Estos argumentos son a su vez acciones: reconstruir relaciones; retomar más que recordar; reconocer para redescubrir; reconciliar para reencontrar, y recuperar el respeto.
Reconstruir relaciones es entrar en la dimensión del otro. El Doctor Manuel Ramiro Muñoz, director del Centro de Estudios Interculturales de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali lo define como “construirnos más allá de nuestra individualidad, pensando en un colectivo, en búsqueda de un bien común, justicia y solidaridad”.
Retomar más que recordar. Construir la paz implica mirar hacia el futuro, más que hacia el pasado; así expone Frederik de Klerk, Premio Nobel de Paz en 1993, al referirse a su experiencia en Sudáfrica: “nuestra incapacidad para llegar a un acuerdo sobre el pasado ha sido una de las fallas más grandes de nuestra sociedad del posconflicto. El pasado sigue interviniendo como una barrera invisible y, en casi todos los discursos nacionales, da el combustible para continuar la recriminación, la culpa y la polarización”.
Reconocer para redescubrir. Reconocer es incluir, para el Dr. Muñoz, en el siglo XX se instauró una nueva forma de exclusión: la invisibilidad y la negación, esto ha llevado a que algunos grupos queden rezagados y desconocidos de varios ámbitos de la sociedad. El reto es redescubrir las diferencias en un marco de respeto a la diversidad para construir desde la interculturalidad.
Reconciliar para reencontrarse es construir puentes para pasar de los desencuentros a encuentros a partir de un diálogo basado en la escucha para llegar a acuerdos de convivencia pacífica y, por ende, a la unión. Pero este diálogo debe trascender a la espiritualidad, como decía San Juan Pablo II: “la verdadera reconciliación entre hombres enfrentados y enemistados solo es posible, si se dejan reconciliar al mismo tiempo con Dios”.
Recuperar el respeto, como la base de la paz, no solo con los seres humanos, sino también con la naturaleza, con nuestra casa común. La industrialización, el consumismo y la falta de conciencia en el cuidado y protección del medio ambiente han puesto en peligro la vida misma. Maya Lin, artista y arquitecta estadounidense, dice: “creo que la paz solo llegará cuando aprendamos a vivir en este planeta de modo que permitamos a otras criaturas existir junto con nosotros”.
Pasemos del dicho al hecho, movilicemos a partir de argumentos para recobrar el sentido de vivir en paz y de construir en conjunto un futuro sostenible donde se entre en otra sintonía para estar en la misma frecuencia que permita armonizar y movilizar la paz anhelada y soñada.