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Analistas 08/06/2023

Unasur, otra vez

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

El presidente del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aspira a desempeñar un papel destacado en la diplomacia mundial. Ha ofrecido actuar como mediador para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania. Al respecto, ha declarado que Volodímir Zelenski tiene tanta responsabilidad por el origen de esa guerra como Vladimir Putin, afirmación que ha sido mal recibida por los gobiernos de las democracias occidentales.

Su reciente intervención en el ámbito regional también ha causado controversia. En el intento de modificar la condición de paria internacional del régimen dictatorial venezolano, ha invitado a Nicolás Maduro para un intercambio bilateral, lo cual le permitiría además asistir a una reunión de presidentes suramericanos. En su diálogo con Maduro, Lula atribuyó el desprestigio y la imagen autoritaria del régimen venezolano a una narrativa de sus detractores.

De esa manera soslayaba la represión, los presos políticos y la violación de los derechos humanos en Venezuela que ha sido ampliamente documentada por organismos internacionales y por entidades no gubernamentales. La intención de concederle credenciales democráticas al régimen venezolano dio lugar a expresiones de desacuerdo por parte del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou y del presidente de Chile, Gabriel Boric.

Las cumbres presidenciales latinoamericanas que no han tenido una preparación cuidadosa y detallada terminan en pronunciamientos difusos, lugares comunes y llamados a la unidad y a la integración económica regional. La reunión de los gobernantes suramericanos celebró el regreso de Venezuela a las organizaciones internacionales y propuso revivir una entidad que había recibido piadosa sepultura por ser innecesaria.

Unasur fue una iniciativa diplomática impulsada por el régimen venezolano durante la presidencia de Hugo Chávez. Tuvo una vida institucional efímera, no obstante el lujoso edificio para servir de sede construido por el gobierno ecuatoriano en las cercanías de Quito.

Falleció por inanición, por duplicar la tarea de otros foros regionales y por carecer de una función distinta a la de conformar una burocracia internacional costosa. Sirvió por un tiempo como caja de resonancia de la propaganda bolivariana, algo que dejó de interesar a los gobiernos de varios países miembros.

Padecía del defecto de diseño de tratar de convertir a Suramérica en una unidad geopolítica distinta de América Latina. Esa segmentación era deliberada. Su objetivo era excluir a México, lo cual servía al interés ideológico de Hugo Chávez y a la aspiración de liderazgo latinoamericano del presidente Lula da Silva. La restricción geográfica mencionada resultaba funcional para los propósitos de los gobiernos de Venezuela y del Brasil. Para el régimen venezolano, Suramérica ofrecía un espacio adecuado para la expansión de la Revolución Bolivariana. Para el gobierno de Brasil, el subcontinente tenía el atractivo de facilitar la conformación de una zona de influencia económica y diplomática propia.

Los gobiernos de los otros países suramericanos deberán decidir si revivir el esquema de Unasur coincide con sus respectivos intereses nacionales.

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