.
Analistas 27/04/2012

Cartagena y Mar del Plata

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
  • Agregue a sus temas de interés

La Reunión Hemisférica de Cartagena ha dado lugar a algunas evaluaciones desapacibles.  En parte, ello obedece a la forma como algunos medios de comunicación tienden a combinar la información con el entretenimiento y la farándula.  Esto contribuye a destacar asuntos episódicos, cuya relación con los temas centrales del evento es remota.
En parte también es el resultado de presentar diferencias políticas de larga data como novedades o como el producto de conflictos de personalidades. 

Para poner en perspectiva la forma como transcurrió el encuentro de Cartagena, conviene hacer una comparación con lo ocurrido en la reunión celebrada en Mar del Plata en noviembre de 2005.  Lo que se recuerda de ese evento es el rechazo de los cuatro países miembros de Mercosur y de Venezuela a la propuesta de establecer el Alca (Área de Libre Comercio de las Américas), iniciativa que contaba con el apoyo de la mayoría de las naciones del hemisferio.  En Mar del Plata se protocolizó el hecho de que en América Latina existen formas diferentes de concebir la participación en la economía internacional y de relacionarse con Canadá y Estados Unidos.
 

En su momento, se consideró que esa constatación implicaba la derrota definitiva de la liberalización comercial en el continente americano.  Hugo Chávez celebró que en Mar del Plata se hubiera cavado la sepultura del Alca.  Esto, en lo que concierne al tema de fondo. 
En lo que concierne a la forma, la reunión de los jefes de gobierno coincidió con la organización de manifestaciones de hostilidad al gobierno norteamericano que contaron con la complacencia, cuando no el estímulo, de las autoridades argentinas.

 La reunión de Mar del Plata estuvo marcada por un clima de discordia que contribuyó a deteriorar las relaciones diplomáticas entre Washington y Buenos Aires. 
La persistencia de fracturas ideológicas y de distintas visiones del mundo es una realidad latinoamericana que no puede soslayarse con el texto de un comunicado.  Lo que sí puede hacer el gobierno anfitrión es actuar como moderador y tratar de minimizar las fricciones entre los participantes, enfatizando los aspectos donde existan comunidad de intereses.  Ése no fue el papel que desempeñó el gobierno argentino en dicho encuentro.

Algunas de las tendencias que determinaron el resultado de la Cumbre de Mar del Plata se han modificado. Otras, tales como el sesgo estatizante de los gobiernos de Venezuela y Argentina, se han acentuado.  El Alca ha desaparecido de la agenda hemisférica.  La vulnerabilidad externa de América Latina se ha reducido.  Al mismo tiempo, las perspectivas económicas de los países del Alba y de sus simpatizantes se han deteriorado en comparación con las de México, Brasil, Chile, Perú y Colombia. 

Las consecuencias de dichos cambios se manifestaron de manera sutil pero inconfundible en la organización de la Cumbre de Cartagena.  Varios de los gobiernos asistentes se propusieron avanzar sus objetivos en este evento, con mayor o menor éxito.  Eso explica que a algunos les haya ido mejor que a otros.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA