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Analistas 16/06/2023

¿Es Gilinski un tiburón?

Ricardo Mejía Cano
Gerente de Saladejuntas Consultores

El auditorio del hotel en el centro de Manhattan estaba repleto. Se trataba de la convención de 2013 de los fondos de inversión más activos del mundo. Jeffrey Ubben, cofundador y socio del fondo de inversión ValueAct Capital, era el conferencista. En 20 minutos explicó a la audiencia por qué la acción de Microsoft se había quedado varios años por debajo de US$30: las ventas de PC estaban en recesión y muchos inversionistas consideraban su sistema operativo su principal producto.

Desconocían el amplio portafolio de productos de Microsoft. El fondo de Ubben llevaba varios meses reuniéndose con ejecutivos de la compañía y una vez tuvo claro las oportunidades de crecimiento con una nueva estrategia, decidieron invertir US$2.000 millones en Microsoft.

Según su propuesta, Microsoft debía aprovechar su fortaleza en Office Suite, Outlook y otros productos de uso diario en millones de empresas y desarrollar al máximo los servicios en la nube. Mientras muchos accionistas pedían que Microsoft compitiera con Apple en tabletas y celulares inteligentes, Ubben proponía que la empresa se orientara más al mercado empresarial. Esa conferencia hizo que la acción de Microsoft se valorizara 10%.

Luego de muchas discusiones de Ubben con la junta y los ejecutivos de Microsoft, estos empezaron a estudiar sus propuestas. Steve Ballmer, CEO de Microsoft, consideraba que la compañía debía entrar al mercado de los celulares y contra la voluntad de muchos compró Nokia. Esa decisión fue su crucifixión. El proyecto con Nokia fue un rotundo fracaso: significó una pérdida para la compañía de US$7.500 millones y la cabeza de Ballmer.

Con Ballmer fuera, Ubben y su equipo vieron la oportunidad de reorientar la compañía. Gracias a su cada vez mayor influencia, Ubben y su colega Mason Morfit fueron invitados al comité encargado de buscar el reemplazo de Ballmer.

Morfit conocía bien a Satya Nadella, en ese momento director de la división de productos empresariales y servicios en la nube de Microsoft y uno de los candidatos a reemplazar a Ballmer. Nadella era el indicado para implementar la nueva estrategia de la compañía. Resultado: hoy la acción de Microsoft se cotiza entre US$250 y US$300, 10 veces su valor de hace 10 años.

Como ValueAct Capital, hay muchos fondos de inversión que estudian en detalle las compañías donde ven una oportunidad de mejora. Una vez tienen claro la estrategia que debería seguir la compañía, compran 5% o 10% de esta y se dedican a ganar adeptos para su propuesta. En la mayoría de los casos esos fondos aciertan en su estrategia y una vez implementada obtienen grandes valorizaciones, que benefician a todos los accionistas.

Estos fondos han ganado tal aceptación que el ex primer ministro del Japón, Shinzo Abe, les invitó a invertir en su país, con el fin de hacer despertar a las juntas directivas de las empresas japonesas, las que según Shinzo, habían caído en un estado de confort y de falta de iniciativa.

Son muy distintos a los famosos tiburones inversionistas (Corporate Raiders) que hicieron su aparición en EE.UU. en los 80. Los llamados tiburones se distinguían por su codicia: tomaban el control de empresas contra la voluntad todos, lo que se llama una compra hostil, generalmente apalancados en grandes deudas.

Su interés era siempre a corto plazo y su habilidad consistía en vender la compañía por partes para pagar deudas y hacer su utilidad. Mientras los nuevos fondos plantean una estrategia, la discuten con accionistas, la junta directiva y crean valor a largo plazo, los tiburones trabajan en la oscuridad y no dicen qué pretenden. Normalmente su interés no es el crecimiento de la compañía sino exclusivamente su beneficio personal. ¿A cuál grupo pertenece Gilinski?

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