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Analistas 13/04/2015

La desinformación trasciende fronteras

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Así pues, la reciente arremetida de Jonathan Chait contra la negación del éxito del Obamacare estuvo bien, pero no fue tan distintiva (lea aquí su artículo en la revista New York: nym.ag/1BRjVSf). Sin embargo, en lo que el Sr. Chait sí pone el dedo es en otro aspecto del “debate” (realmente no merece ser dignificado con ese término): la dependencia no en argumentos sustantivos de política, sino en percepciones públicas. En el caso de la reforma al sistema de salud, esto representa la afirmación de e el Obamacare ha fracasado porque muchos estadounidenses siguen creyendo las mentiras de los oponentes.

Esta es una forma barata y deshonesta de argumentar, pero también es ampliamente utilizada no solo por la derecha en Estados Unidos. Estoy estudiando un poco el debate sobre la austeridad en Gran Bretaña, y lo que me sorprende es el papel tan crucial que juega este tipo de argumentación desde la percepción en las discusiones del economista Simon Wren Lewis sobre la “mediamacro” (vea su blog aquí).

Considere, como ejemplo prominente, cuando The Financial Times publicó una editorial en 2013 declarando que la austeridad había sido reivindicada. En ningún momento la editorial abordó temas económicos. En cambio, declaró que George Osborne, ministro de Economía y Hacienda, “ha ganado la discusión política”, y descartó el análisis económico real (una reanudación del crecimiento cuando la consolidación fiscal hace una pausa es exactamente lo que se esperaría) como demasiado complicado para los votantes, Dios bendiga sus hermosas cabecitas.

Seamos claros en la mala fe que esto encierra. Es perfectamente correcto señalar que las elecciones parecen depender de la tasa de crecimiento reciente y no de un verdadero análisis del desempeño económico. Lo que no está bien es borrar la distinción entre ese tipo de análisis político y un verdadero análisis de cómo funciona una política determinada. Y cuando la gente borra de esa forma para armar el caso a favor de una política de su preferencia, es profundamente sórdido, sin importar de quién se trate.

La economía del amor

No amor romántico, sino amor como en la puntuación del tenis, o sea cero. Los economistas Stephen Cecchetti y Kermit Schoenholtz sostienen en su blog (aquí) que en macroeconomía “el cero importa”; específicamente, que el límite inferior casi cero en las tasas de interés y la rigidez salarial a la baja presentan el caso de que la deflación, o para el caso inflación muy baja, es algo malo.

Solo para señalarlo: éste es exactamente el punto que he presentado un número de veces. No me estoy quejando; mucha gente ha presentado este punto, y necesitamos que sigan haciéndolo.

En cambio, el mensaje es para esa gente que se imagina que la macroeconomía de la que escribo de alguna manera está bien a la izquierda. En la realidad, soy casi deprimentemente convencional.

De hecho, los tipos del otro lado de estos debates son los que están mostrando muchísima creatividad, ideando nuevos argumentos innovadores sobre por qué debemos hacer estupideces.

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