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Analistas 12/05/2014

Es cierto que una economía puede resultar afectada por muy poco gasto

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Resulta que esto era completamente falso, y en el caso de la gente de ala derecha fue una proyección. Después de todo, el Sr. Obama no intentó vender incrementos permanentes en el gasto como medidas de estímulo de corto plazo, pero el Presidente George W. Bush hizo exactamente eso al pugnar por sus recortes fiscales.

Y lo que es más, no hubiera funcionado. Si algo es cierto es que la mejor apuesta en estas situaciones es probar de la otra forma; pugnar por propuestas que estimulen la economía y al mismo tiempo formar infraestructura y/o reducir la desigualdad, y hacer que los aspectos de guerra de clase de largo plazo estén en el corazón de las propuestas.

Esto pudiera parecer raro. ¿No debería ser más fácil vender ideas de ganar- ganar que harán que todo mundo (o casi todo mundo) esté mejor? Bueno, lo sería si el público “entendiera” la economía keynesiana. Pero hasta los lectores educados tienden a no entender la idea de que la economía, como un todo, puede sufrir de demanda inadecuada (¡Vamos! ¡Muchísimos profesores de la Universidad de Chicago tampoco lo entienden!). Y no pienso que sea por falta de esfuerzo por hacer que se entienda el punto.

El punto clave de fricción está justo al principio. No importa la política fiscal y monetaria; la propia noción de que la economía puede sufrir a consecuencia de muy poco gasto resulta ser inherentemente difícil. Cuando doy charlas públicas, gano cierta inercia (creo) preguntando a la audiencia qué pasa si todo mundo intenta recortar su gasto al mismo tiempo, y luego señalo que mi gasto es el ingreso de ellos y viceversa. Pero no creo que se le quede a mucha gente: el atractivo de la economía como metáfora de lo que una familia normalmente gana.

No estoy haciendo este juicio basado completamente en presentimientos. Tenemos algunas métricas al respecto (imperfectas, pero aun así útiles).

Veamos, por ejemplo, las ventas de libros. ¿Alguna vez ha habido un monstruoso best seller sobre el combate a las recesiones, o incluso sobre el crecimiento porque si? No lo creo. De una forma u otra, los éxitos siempre tratan de nosotros versus ellos; de ir cabeza a cabeza, de competir en un mundo plano o, ahora, de intentar frenar el auge del 1 por ciento. Con esto no quiero denigrar la última incorporación: “Capital in the Twenty-First Century”, de Thomas Piketty, es increíblemente bueno, y merece toda la aclamación que está recibiendo. Pero es notable que en momentos en que los mercados laborales están profundamente deprimidos, nuestra principal preocupación sea la desigualdad de largo plazo.

O más cerca, por supuesto que doy seguimiento al desempeño de mis columnas para el New York Times en la lista de los artículos más enviados por correo electrónico; y no hay duda de que las columnas sobre desigualdad reciben mayor respuesta que las que hablan de macroeconomía del lado de la demanda.

Esto no significa que deberíamos (ni que vaya a) dejar de intentar transmitir la verdad respecto a la economía durante la depresión. Pero es una observación interesante, y pienso que tiene implicaciones para cómo deberían proceder los políticos para hacer lo correcto.

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