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Analistas 06/12/2021

Mejores empleados, mejores empresas

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Antes, el único fin de una empresa era generar beneficios. Pero ese propósito comenzó a cambiar hace unas décadas. Un primer paso fue devolver a la sociedad parte de esas ganancias a través de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Un concepto que ha ido evolucionando. Hoy ya no se pueden hacer negocios de espalda al planeta y a la sociedad.

El resultado, son los criterios ESG (Environmental, Social, Governance). Al dividendo económico se añade el dividendo reputacional, cada vez más valorado por nuestros grupos de interés, incluidos los inversores. Hoy, los CEO’s de las empresas deben preocuparse tanto por el cumplimiento de los ESG como por los resultados financieros. Son un binomio inseparable.

Sin embargo, el impulso a los ESG ha mirado más hacia afuera de la organización que hacia dentro. La pandemia nos ha obligado a cambiar la mirada. A partir de ahora, en ese dividendo reputacional pesará mucho cómo tratamos a nuestros empleados.

Los empleados son los principales aliados para alcanzar los objetivos de la compañía. Y deben ser el primer grupo de interés. Hay que dotarles de identidad propia. No basta con incluirles en la S de social. Como proponen Leo Strine o Alfonso Jiménez, reputados consultores corporativos, hay que añadir otra E. Y, además, al comienzo. Así pasaremos de los ESG a los EESG, situando a los empleados en primer lugar.

Estas cuatro letras no son un acrónimo: son un compromiso. Es verdad que las empresas generan un impacto social redistribuyendo riqueza mediante los salarios, pero no es suficiente. Además de preguntarse cómo las empresas ganan dinero y por el impacto económico, social y medioambiental que genera su actividad, en la ecuación hay que incluir a los empleados.

Porque una empresa que ayuda a transformar el mundo tiene que comenzar por mejorar las expectativas de sus trabajadores. De lo contrario, esa Transformación Social Competitiva a la que nos hemos referido tantas veces este 2021 nunca será completa.

Hay más razones para aumentar la atención a los empleados. Para optimizar resultados económicos la estrategia suele reducir plantillas. Más aun en un contexto donde la transformación digital aparece como solución a todos los retos de las compañías. Contraponer la razón a la intuición es la clave del liderazgo contraintuitivo. Aplicado a este caso, creo que nos equivocamos si lo fiamos todo a soluciones tecnológicas.

Porque el talento es exclusivo de las personas. Y lo mismo ocurre con esos sentimientos que han ganado protagonismo en la crisis del covid. Dos intangibles que dan valor a las organizaciones. Una advertencia que enlaza con esa apuesta por la diversidad frente al riesgo, del que alertaba recientemente, de prescindir de las generaciones Z y Silver en las plantillas, empobreciendo a la compañía.

La gestión de las personas marcará la diferencia y el futuro de las empresas. Si la toma de decisiones ya está condicionada por los criterios ESG, a partir de ahora también debe estarlo por esa E de empleados, incluyendo su bienestar, su compromiso o su motivación. Eso implica impulsar una gestión de las personas responsable y sostenible, acompañada de indicadores que permitan valorar el resultado de esas políticas, como ocurre con los otros ESG.

Seamos inteligentes. Una adecuada gestión de los recursos humanos de las compañías constituye una ventaja competitiva, estimula el talento, aumenta la productividad y refuerza la reputación de la empresa. Sin duda, razones más que suficientes para añadir esa E.

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