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No puedo decirlo de otra manera, creo que estamos viviendo una era de impactantes cambios que afectan a nuestra realidad. Viene a mi mente con una frecuencia inédita la imagen de un cangrejo que camina hacia atrás, y veo cuánto nos asemejamos, la diferencia es que en nuestro caso es contra natura pues como seres humanos estamos dotados de cualidades mentales, biológicas y espirituales que debían llevarnos hacia una sabia evolución y camino hacia adelante. Sin embargo lo que experimentamos es una involución.
Los recientes fenómenos climáticos extremos y las tormentas políticas a lo largo y ancho del planeta nos denigran y nos enfrentan a nuestra propia oscuridad. No deseo ser fatalista pero si procuro tener una mirada realista de este presente que nos está tocando vivir. Y en este escenario me sorprende lo ciegos que estamos para comprender que el daño es cada vez más irreversible y el cambio como constante y de manera drástica nos esta está obligando a replantearnos como especie.
Miro las tormentas, huracanes, ríos desbordados en medio de la indefensión de poblaciones y ciudades enteras que no están preparadas para afrontar las respuestas abruptas del clima ocasionadas por el hombre. Entonces me pregunto si seguiremos mirando al mundo por fragmentos o si finalmente entenderemos el concepto de interdependencia. La tierra nos está pidiendo a gritos que rescatemos en el fondo de nuestra inercia las cualidades más humanas que lograrán salvarnos. Hablo de la empatía, la resiliencia, el amor, la flexibilidad y la corresponsabilidad. En un momento histórico en el que parecemos sumergidos en la desidia y por tanto en la incapacidad de ver con otros ojos el futuro que nos aguarda si no logramos despertar. Para mí las tormentas y huracanes son en sí la representación externa de esas confusión y desesperanza interna que nos habitan. En una especia de simbiosis sabia, la naturaleza nos sirve de espejo para mirarnos y descubrir con total crudeza los aciertos y desaciertos existenciales sobre los cuales hemos construido al mundo.
Y entonces parecemos niños indefensos y en pataleta porque nos quejamos, nos arde la impaciencia y culpamos siempre a otros por lo que pasa. Culpamos a los gobernantes, a las organizaciones, al vecino y a una innumerable lista de victimarios. Nos movemos en una suerte de delirio colectivo que nos enceguece y aletarga para actuar. No queremos hacernos cargo porque estamos distraídos por la inconformidad y a veces también por el miedo.
En paralelo nos acompaña en la sombra un entorno político oscuro y empobrecido en donde la gobernanza está en manos de aquellos que a ultranza de la verdad, la rectitud y la dignidad humanas alcanzan posiciones de poder. Todo en un lamentable juego para conectar con las más oscuras emociones humanas que nos han llevado a despertar odios históricos, guerras superadas y miedos peligrosos que paralizan el alma.
En muchos escritos espirituales que ayudan a comprender este caos se habla de un cambio de conciencia que plantea una lucha entre la luz y la oscuridad y en el medio la sombra como el escenario de batalla. Esto no es un tema de esoteria, es una invitación a entender esta compleja realidad desde la metáfora para encontrarle no solo un sentido sino múltiples salidas. Las dualidades humanas están demarcando territorios con fuerza, el dinero y el poder, el amor y el miedo, la paz y la guerra nos llevan a un escenario de confusión. En la tierra llueve y nosotros nos secamos.
Hoy me siento como una niña indefensa después de una pataleta en la que su madre la acaba de regañar. Existe cansancio y confusión pero también el inminente llamado de la tierra a buscar dentro de nosotros mismos esas cualidades humanas que hemos decidido olvidar: la empatía, la solidaridad, la resiliencia, la flexibilidad, el amor y la sabiduría. Y una última: la creatividad para volver a una mirada integrada del mundo que nos pueda salvar.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente