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Analistas 04/05/2023

Petro D: no futuro

Mauricio Tobón
Expresidente de la Junta de Hidroituango

El discurso de Gustavo Petro desde el balcón de la Casa de Nariño, el pasado primero de mayo, deja claro algo muy grave y es que si sus reformas a la salud, pensional, laboral no son aprobadas en el Congreso de la República, el país arderá y padeceremos nuevamente lo que hace unos días, inconvenientemente, se celebró y que ha sido llamado el estallido social. Petro lo llama “revolución”.

Colombia estaba advertida. Petro jugó, de alguna manera, con las cartas visibles y cuando se dedicó a evitar que Duque gobernara con tranquilidad, y promovió que la Primera línea (la muy admirada por la vicepresidenta Francia Márquez) se tomara las calles y el miedo se apoderara de la población, mostró cuál es el camino que le gusta, ese en el que solo una voz es escuchada y es la suya.

Con su discurso, que nos recuerda a Chávez, Petro eleva el tono y entra en confrontación con todo el que no lo apoye y lo gradúa como enemigo. Su estrategia es clara, quien no esté conmigo está contra mí y los áulicos serán mi defensa en las calles, quienes gritarán y exigirán el cambio por el que votaron, un cambio que impondrán por las malas, un cambio con miedo.

Petro se alimenta de la polarización, es su elixir y la única manera de mantener su relato. Lo expresamos en diferentes escenarios, la reforma política era la menos importante y por ello dejó que se cayera, pero cuando ve que las demás, salud, pensional, laboral, no cuentan con el respaldo del legislativo, primero sacrifica a algunos de sus peones y uno que otro alfil y revuelca el gabinete, para después y eso sí, antes de irse de viaje a reunirse con la monarquía española, caldea los ánimos y nos deja claro lo que sigue: la revolución.

Colombia y su democracia, la más estable del continente, está en riesgo. Ya vimos como en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y claro, el referente de los “revolucionarios” Cuba, los egos mesiánicos, como el de Petro, se perpetuaron en el poder y llevaron a sus países a la pobreza. La revolución de Petro no es más que una excusa para promover su propio interés y atornillarse en el poder.

Colombianos, las calles no son solo para ellos. Nuestro país, que tanto ha padecido a lo largo de su historia, no puede arrodillarse ante un figura que quiere ponernos en jaque e imponernos reformas a todas luces inconvenientes. Es ahora cuando debemos unirnos. Colombia no puede convertirse en el objeto que Gustavo Petro manosee a su antojo buscando satisfacer sus deseo personal de nación.

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