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Analistas 17/06/2022

Rodolfo, ¿presidente?

Martín Pinzón Lemos
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo U. de la Sabana

Hace un par de meses, en mi columna “¿La antipolítica: solución política?”, vaticiné la fuerza de Rodolfo Hernández durante la campaña. Incluso superó mis propias expectativas con casi seis millones de votos. Sin embargo, lo más importante es que la libertad y la democracia aún están a salvo.

El ‘Ingeniero’ ha derrotado al progresismo y ahora va por el comunismo más purista. Hallamos un candidato que no va a inflar el gasto público, sino reducirlo. Encontramos a un líder contra la corrupción. Ubicamos a alguien que no necesita pleitesías ni financieras ni mediáticas. Localizamos un cambio propio del realismo mágico. ¡Nos topamos con un político que no ama el derroche a expensas del pueblo!

El ‘Trump’ cafetero es un defensor del libre mercado. De hecho, él ha sido un actor beneficiado por la economía liberal, hasta amasar una fortuna de más de cien millones de dólares. Además, ha respaldado estas ideas durante su campaña. La rebaja del IVA y la unión de más de veinte programas sociales, conformando una única renta básica, son flechazos de cupido al bolsillo de los colombianos. Esa relación tan provechosa entre el exalcalde de Bucaramanga y el mercado también se refleja en un modelo de estado austero, chocando con los socialdemócratas y socialistas (sea de la generación que sea), ya que, según ellos, éxito es sinónimo de gastar.

Así, la izquierda busca desacreditar a Hernández. “No tiene propuestas”, repiten como mantra. Si suponemos que este eslogan desinformador es correcto, sería fantástico. “El mejor gobierno es el que gobierna menos”. Esta frase del poeta Thoreau, también acuñada por Thomas Jefferson, resume idealmente una auténtica democracia liberal. La ciudadanía puede acostumbrase a un régimen fiscal y legislativo, progresando e incluso beneficiándose de la nula intervención estatal. Al mismo tiempo, la ausencia de nuevos gastos evita reformas tributarias a mediano plazo.

En cuanto a temas éticos y morales, el candidato piedecuestano deambula sobre arenas movedizas. Su tibieza frente al aborto chirría en los oídos de los no nacidos. Igual desatino posee acerca de la intención de negociar con terroristas, como el ELN. No obstante, estas insuficiencias las suple su vicepresidente: Marelen Castillo. La química y bióloga representa los valores en defensa de la dignidad humana, junto a la integridad de la familia como institución fundamental de la sociedad. Ojalá, también en estos asuntos, Rodolfo cumpla su palabra: delegar sus carencias a especialistas en la materia.

Si pasamos a hablar de corruptos, él los atenaza con mano de hierro, demostrando su carácter demócrata, donde el pueblo es soberano y nadie se mofa de él. La defensa es tan vehemente que algunos lo tildan de loco. Exorcizarnos de la corrupción significa un país viable, no sólo económicamente, sino socialmente. Las ayudas, entregadas a quienes necesitan; los contratos o concesiones, otorgados luego de una competencia transparente; los presupuestos, sin sobrecostes embusteros. En definitiva, menos dinero para más acción.

Rodolfo entiende a los colombianos. Comprende nuestras dudas sobre las instituciones, comparte el resquemor hacia los corruptos y representa lo que deseamos: cambio. El ‘Viejito’, como también le dicen, simboliza un volantazo contra la política tradicional. Petro dice ser cambio, pero: ¿cambio de qué?

El piedecuestano generaba riqueza, puestos de trabajo y oportunidades cuando otros las arrebataban de un plumazo. Además, el exM-19 ha estado viviendo del sistema desde su desmovilización. Analizando estas pinceladas de ambos perfiles, surge una duda: ¿el cambio está representado en alguien que lleva 31 años viviendo de la política, fue alcalde de Bogotá -no muy bueno, por cierto- y ha intentado ser presidente desde 2010?

Hoy las transformaciones necesarias del país las encarna Rodolfo Hernández. Ofrece un Estado austero, cazador de corruptos y alejado de la politiquería. Un santandereano de 77 años que, como buen empresario, sin tanta labia y con gran pragmatismo sigue sumando votos rumbo a la Presidencia de la, todavía, República.

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