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¿Quién no ha caído en el cliché de decir que lo bueno de la crisis es que volvimos a lo esencial? Da mucho rating apuntar a que ahora vivimos con lo básico y que advertimos que para ser felices no necesitamos más que las tres mismas camisas, un par de zapatos, una buena cama y una nevera llena. Yo misma me lo creí. Pero hoy vengo a desbaratar ese sentido de felicidad basado en la austeridad, vengo a contarte el valor que hay detrás de lo innecesario.
Y es que ahora despreciamos todo lo que no esté en ese círculo de lo esencial y creemos que esa ha sido la gran lección de la pandemia. Obnubilados por ese sentido de modestia no nos damos cuenta de todas las personas a las que les damos un portazo. Millones que dependen de lo que no es esencial. Nos hemos cerrado tanto en la cuarentena, que no nos percatamos de la cantidad de empleos que genera “lo innecesario”.
Yo me di cuenta el 11 de mayo cuando abrían la fábrica de Mario Hernández. Allí hacen carteras, zapatos, billeteras, cinturones. De muy buena calidad, pero costosos. No cualquiera puede lucir un accesorio MH. Es casi un lujo. Pero un lujo detrás del cual está el empleo digno y formal de 400 personas, entre esas Viviana Torres y Javier Leal. Ellos son operarios de máquinas, y si no hay alguien que al final se decida a llevar los zapatos, el cinturón o el monedero “innecesario”, no tendrían como llevar lo “necesario” a sus casas, empezando por un plato de comida.
¿Innecesario entonces comprar una joya? ¿Ustedes saben cuántas personas dependen de esa cadena productiva?, desde el minero, hasta el vendedor de la tienda ¿Innecesario ir a un restaurante a comer?, cuenten cuántas personas dependen de ese negocio: no solo administrador, cocineros o meseros, también el señor que vende los individuales de papel o los vasos de cartón, o el que vende las frutas para los jugos y la masa para los panes ¿Innecesarios los viajes, los eventos o los conciertos? Escuchen esto, del sector aeronáutico dependen cerca de 600.000 empleos, del hotelero 110.000 y de los eventos y espectáculos 200.000.
Entonces la necesidad de un bien o servicio no debería estar medida por cuánto te hace falta para vivir, sino por cuántos dependen de eso para sobrevivir. No menosprecies el trabajo de otros calificando su resultado como prescindible.
Y no se equivoquen, esta tampoco es una oda al exceso o la opulencia. Pero es que estamos haciendo tanto énfasis en que la plenitud es no depender de ciertas cosas, que perdemos de vista que la felicidad no está en tenerlas en abundancia o no tenerlas. La felicidad podría estar más bien en la actitud que asumimos con o sin ellas. Si es que las tienes y te sirven para presumirlas, alimentar tu arrogancia e hinchar tu ego, en realidad eres miserable. Pero si no las tienes, porque no puedes o no quieres comprarlas y lo que haces es acusar al que las compra refugiándote en un solapado sentido de sencillez, eres mezquino.
No podemos quedarnos en las limitadas cuentas de pensar que nos volvimos mejores seres humanos porque compramos menos y nos sobra más en un armario. Así como no debemos presumir de lo que tenemos, tampoco es hora de presumir lo que carecemos. En el primer caso menospreciamos a quienes viven con lo necesario, y en el segundo a quienes viven de lo innecesario.