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Analistas 05/02/2025

Dignidad, orgullo o terquedad

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Esta es la historia de muchas decisiones ideológicas con consecuencias políticas, económicas, judiciales y diplomáticas. Decisiones apresuradas, cargadas de arbitrariedad y muchas veces torpeza, que al final terminan por reversarse.

Arranquemos por un ataque de dignidad. Es cierto que un migrante por más irregular que sea no es un delincuente; es cierto que no merece maltrato o criminalización; es cierto que, a menos que tenga antecedentes penales, no debería estar esposado ni ser humillado; está bien pedir respeto y exigir dignidad.

Pero ojo también es cierto que por llegar y permanecer como indocumentado en un país, la sanción es la deportación; es cierto que cada Estado establece sus propias reglas migratorias, y también es cierto que desde hace años los deportados colombianos vienen llegando masivamente, esposados y supervisados por oficiales armados (14.000 llegaron en 2025); sí la misma escena, pero sin tanto show, sin guerras comerciales, cruces diplomáticos… sin Aurelianos ni Macondos. No es que normalicemos que a los migrantes los traigan en las perores condiciones, ¿pero entonces sí debemos normalizar que el Presidente no se haya ni dado por enterado que eso siempre pasa? ¿Normalizamos sus reacciones explosivas que solo son superadas por las consecuencias?

¿Qué dignidad le queda a un migrante al que no le permiten entrar a su propio país? ¿Qué dignidad para aquellos que tienen que seguir en centros de detención mientras el gobierno coordina nuevos vuelos, o ahora cruceros, para regresar? Digámonos la verdad: eso no es por la dignidad de los migrantes, es por el orgullo del Presidente.

Al final de ese mismo día se conoció un demoledor comunicado del Departamento de Estado en el que se asegura que Colombia aceptó todas las condiciones de EE.UU.

Esas decisiones tomadas y reversadas, hacen parte del carácter de este Gobierno, tienen más emociones que estrategia, más cortoplacismo que planificación, más protagonismos que articulación entre entidades y redes sociales que gobernanza. Es una historia parecida a la de Thomas Greg & Sons: el Gobierno declaró desierta la licitación en 2023 porque solo había un oferente.

Se violaron las normas de contratación, hubo contingencia en la expedición de documentos, demandas millonarias, una nueva licitación que volvió a ganar Thomas Greg & Sons, la nulidad el contrato, peleas, ires y venires y la realidad dos años después es que el Gobierno no ha podido sustituir a Thomas Greg & Sons que hoy sigue operando. Y aquí otras dos decisiones menos notorias, pero que van en la misma línea: la primera, el mantenimiento de los aviones K-fir. La flota estaba al borde de la obsolescencia cuando el Gobierno anunció que cortaba la ayuda militar desde Israel, pues sin que nadie lo notara, y después de un año de tener los contratos en el limbo el Ministerio de Defensa tuvo que renovarlos.

La segunda, la renovación del contrato entre Ecopetrol y Oxy para hacer fracking y mantener reservas de hidrocarburos. Hace menos de cinco meses el mismo presidente vetó una negociación con esa multinacional, con el único argumento que no era congruente con su política de transición energética.

Se nos está volviendo paisaje decir y des-decir, nos resignamos a las contradicciones, y asumimos el costo, que mínimo es el desprestigio.

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