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Analistas 07/06/2022

Una ciudadanía corporativa responsable

María Piedad López Vergara
Profesora Inalde Business School

Durante los últimos 15 años, gobiernos y empresas han manifestado su creciente interés por consolidar un enfoque en los marcos internacionales diseñados para promover la sostenibilidad corporativa a nivel mundial. En 2015, la ONU define 17 objetivos de desarrollo sostenible que apuntan a dar fin a la pobreza, proteger nuestro planeta y mejorar las condiciones de vida de las personas. Uno de estos objetivos se formuló: Paz, Justicia e Instituciones Sólidas.

Según el Banco Mundial, el soborno, el robo y el fraude fiscal cuestan a los países en desarrollo alrededor de US$1.260 millones anuales. A nivel global, la corrupción equivale a 5% del PIB mundial y al año se destina US$1 billón a prácticas que incluyen sobornos. Con este panorama, ¿Cómo podrían las empresas contribuir a este objetivo relacionado con la justicia y la paz? ¿Cómo se podría desde los modelos de negocio, generar un impacto para la construcción de instituciones sólidas y al fortalecimiento de la democracia?

Se podrían señalar diferentes caminos para alcanzar estos objetivos, por ejemplo, caminos relacionados con la solidez de las instituciones, con el fortalecimiento de la democracia, con el respeto por la diferencia y con el concepto de ciudadanía corporativa responsable. La ciudadanía corporativa responsable es el ejercicio comprometido de la toma de decisiones y acciones que no solo le beneficien a la organización sino a su entorno empresarial, forjando círculos concéntricos de generación de valor.

El reto para los empresarios es llevar este concepto al nivel corporativo, en donde se generen espacios para que sus colaborades desarrollen habilidades que los empodere como buenos ciudadanos corporativos responsables de sus acciones, que se espera impacten positivamente el ecosistema empresarial. De esta forma, una conducta ciudadana corporativa ejemplar es antónimo del individualismo, se enfoca en la consideración del otro y del uso de la inteligencia emocional en primera instancia, y el proceso de toma de decisiones se enfoca en el respeto al gobierno corporativo y a la integración de criterios de consistencia, eficacia y eficiencia.

Es por esto que las empresas que gozan de una buena ciudadanía corporativa son empresas que saben que su prosperidad se ve reflejada en la prosperidad de su entorno y que sin esta, el desempeño económico no será favorable. Son empresas que se involucran en la solución de los problemas de su comunidad, ya sea a través de la innovación en prácticas laborales, de educación e incluso de innovación tecnológica para generar respuestas más pertinentes a las situaciones sociales que requieren mejora.

Hay muchas acciones que los empresarios pueden impulsar para promover el respeto por la ley, por las instituciones y por el ejercicio democrático. De esta manera, la formación para aumentar el capital humano, el impulso del espíritu emprendedor y la promoción del entendimiento y el respeto que las empresas puedan generar a través de sus prácticas de buena ciudadanía corporativa, son un camino que fortalece el sentido de justicia, paz y consolidación de instituciones sólidas. Cuando se desarrolla una ciudadanía corporativa responsable estamos generando no solo empresas responsables sino también hombres y mujeres con un sentido social de sus acciones, un sentido que transciende de su lugar de trabajo, transciende a su lugar de encuentro con el otro para crecer y mejorar como ser humano.

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