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Analistas 21/07/2020

Tentaciones proteccionistas

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

La pandemia ha suscitado una nueva oleada de proteccionismo, tentación recurrente que esta vez estaría impulsada no solo por la competencia en la oferta, sino también por la falta de demanda. Lo que ha sido históricamente una opción coyuntural, ahora amenaza con generalizarse y agrietar las relaciones internacionales.

De momento, el mundo presencia una fuerte caída en el comercio de mercancías (hasta de 32%), de la IED (hasta 40% y 50% para el caso de América Latina) y del tráfico aéreo (hasta 80%), cifras que no implican una desconexión entre los mercados, ni suponen la necesidad de refugiarse en un proteccionismo, al contrario, es la oportunidad de fortalecer las ventajas comparativas, propiciar una sustitución de importaciones competitiva, atraer inversión e integrarse a cadenas regionales de valor.

Hay indicios de una recomposición transitoria en los mercados hacia una mayor diversificación, por una autosuficiencia doméstica en sectores estratégicos para cada país, donde la regionalización es una vía, sin que suponga desechar lo trabajado durante décadas de internacionalización con aliados de otros continentes, ni suponga un retroceso en el libre comercio.

Teniendo en cuenta el contexto, la estrategia nacional más sensata debe fundamentarse en el fortalecimiento y coordinación de las instituciones, darle más soporte a la industria, reforzar su competitividad, fomentar el consumo de la producción local y ejecutar las acciones identificadas durante años a través de las políticas de desarrollo productivo e innovación.

Importante no confundir entre proteccionismo y medidas de defensa comercial, necesarias para garantizar la justa competencia, más ahora que nuestro país urge de una mayor integración al comercio internacional. Comparativamente tenemos una economía bastante cerrada: ocupamos el puesto 132 entre 141 países en importación de bienes y servicios y el 125 en prevalencia de barreras no arancelarias, según el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial.

Adicionalmente, de acuerdo con un estudio publicado por Fedesarrollo, la protección comercial limita la competencia en varios sectores y desestimula la vocación exportadora, la diversificación y la sofisticación productiva que tanto necesita el país para lograr crecimiento y equidad.

El primer efecto de un eventual proteccionismo será el encarecimiento en el valor de los productos de primera necesidad que no producimos. En su lugar, debemos planificar, pensar en sustitución de importaciones con proyectos concretos, consistentes, que Colombia sea realmente competitiva, lo cual se logra con inversión, pero para ello hay que crear condiciones porque el capital extranjero procura economías abiertas e interconectadas, con estabilidad jurídica, ventajas comparativas, competitividad y capital humano adecuado.

En este contexto de alta incertidumbre y pérdidas para las empresas, no podemos dejarnos tentar con un proteccionismo oportunista y de corto plazo, una ilusión que supondrá un riesgo muy grande para el desarrollo que necesita nuestra nación. Hay que apostarle a la productividad, a la competencia con reglas claras y a los mecanismos que ayuden a mantener la cacha de juego equilibrada por el beneficio de todos los colombianos.

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