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Analistas 04/07/2023

Sin confianza no hay futuro

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Al menos 48% de los colombianos no cuenta con una red cercana de confianza y apoyo. La red cercana de confianza y apoyo es un índice que mide el Dane en la población mayor de 18 años y en la que el encuestado manifiesta a quien visita o quien lo visita con frecuencia y qué personas le ayudaron o intentarían ayudarle.

Es decir que tenemos casi a la mitad de la población adulta viviendo en islas urbanas, en la soledad de su propio destino y, posiblemente, poco interesada en compartir o construir relaciones familiares cercanas o tejidos sociales más sólidos, mucho menos a integrarse a proyectos colectivos, tan necesarios en este momento.

Crear lazos de confianza y apoyo puede ser determinante para tejer bases sociales más activas y solidarias, para promover dinámicas productivas que contribuyan a reestablecer la confianza institucional que se ha perdido en la mayoría de los estamentos.

Sin embargo, sí hay un crecimiento en la confianza hacia el tejido empresarial, como lo constata la firma Edelman, que en sus mediciones registra un promedio sostenido entre 65% y 68% en los en los últimos cinco años.

Este año ha sido el de mayor favorabilidad, paradójicamente, justo cuando se han escuchado las más incisivas andanadas de críticas oficiales por las opiniones que se han argumentado desde el sector productivo respecto a las reformas que se tramitan y las necesidades del país.

El estudio señala que el tejido empresarial es percibido como una fuente confiable, sin vinculaciones políticas evidentes, con actuaciones basadas en la ciencia, que preserva valores y es siempre respetuoso de la legislación en el cumplimiento de sus deberes.

Pero no solo se menciona su importancia por ser confiable, sino porque une en vez de dividir, y por eso se espera más del sector privado en temas que busquen reducir la desigualdad económica, fomentar la capacitación de los empleados o desarrollar buenas prácticas en torno al cambio climático, entre otros temas.

Estos aspectos coinciden con el reciente estudio de la Universidad del Rosario en el que destaca que las empresas colombianas son percibidas de manera favorable porque fomentan una mayor responsabilidad ambiental, pagan impuestos que facilitan la implementación de programas sociales, promueven la inclusión y la no discriminación en los lugares de trabajo, son conscientes de la responsabilidad con la sociedad, traen innovación, protegen los derechos humanos, llevan riqueza y prosperidad a las regiones, generan empleos de calidad y luchan contra la corrupción.

Y es que las preocupaciones personales están a la par de los temores sociales: 95% de los encuestados menciona tener miedo en la pérdida de empleo.

Lo que muestran estas y otras encuestas publicadas en los últimos meses es que el rol del empresariado en nuestra democracia es apreciado y necesitado, tiene injerencia positiva y permanente, propicia confianza y puede asumir un papel categórico, participar en la búsqueda de sinergias para trabajar articulados, en diferentes esfuerzos, sin perder el norte, sin dejar de proponer y ejecutar acciones para reducir las brechas sociales, con convencimiento y contundencia.

No se puede perder el norte, unamos esfuerzos, mantengamos el optimismo, sin recelos ni reservas. El tejido empresarial puede contribuir a mejorar la confianza que requiere el país en la construcción de su futuro, del futuro de Colombia.

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