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Analistas 18/02/2019

Regionalización abierta

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

A comienzos de los años 90, en los tiempos de la apertura económica en Colombia, cuando entró en vigencia la Zona Andina de Libre Comercio y el mundo vivía un auge de integración importante con tres polos de desarrollo predominantes, Estados Unidos, la Comunidad Europea y Japón, y China apenas despuntaba en el horizonte, los economistas de la Cepal hablaban de una “regionalización abierta de América Latina para su adecuada inserción internacional”.

Eran épocas en las que la globalización e internacionalización se concebían como negocios con el otro lado del mundo y aunque si bien tener esa visión y pensar más allá de lo local sigue siendo fundamental para la diversificación, en aras de ese objetivo muchas veces olvidamos el potencial que tenemos a nuestro lado. Hoy los patrones de comercio han cambiado y son más globales. Inclusive las multinacionales han reenfocado sus esfuerzos para concentrar acciones en mercados cercanos y/o con estrategias regionales para aprovechar mejor las oportunidades y ofrecer mejores bienes y servicios al consumidor.

En Europa, cerca de 60% de la inversión extranjera directa proviene de países de la región. Hace solo tres meses, la Unión Europea anunció un nuevo régimen para el control de la IED y que esta no rompa equilibrios que pongan en riesgo la economía ante el aumento de las inversiones.

Las políticas sobre tecnología también son regionales. No es desconocido, por ejemplo, que Europa tiene su propia política para el manejo de datos y la inversión tecnológica, sobre la cual uno puede o no estar de acuerdo, pero representa el camino que se está imponiendo. Asia, igualmente, está concentrando y reforzando las acciones regionales, promocionando varias iniciativas como el Asia Infraestructure Investment Bank o la integración comercial conocida como Rcep.

Visto a la luz del comportamiento reciente del comercio internacional, incluyendo las tensiones entre China y Estados Unidos que lograron afectar los patrones de negocios con Europa y algunos países americanos, la regionalización se está dando como una salida al exceso de proteccionismo, en donde es mejor hacer negocios con aliados cercanos y culturalmente más afines, mientras se amansan aguas más lejanas.

Para no ir tan lejos, la Alianza del Pacífico que surgió entre Chile, Colombia, México y Perú, con el fin de llegar a mercados asiáticos, se miró a sí misma y estableció un protocolo comercial interno, sin tanta burocracia y mínima institucionalidad, tan efectivo que hoy en día tiene cerca de 50 países observadores y negocia la inclusión de potencias económicas como Nueva Zelanda, Canadá, Australia y Singapur.

Y aunque el modelo de la Alianza del Pacífico es exitoso, en cifras aún es muy pequeño comparado con el potencial. No solo en los países de la AP sino otros vecinos, haciendo las salvedades correspondientes con Venezuela y Ecuador en donde las cifras han caído producto de factores políticos y diferentes al normal desarrollo del libre comercio.

Profundizar la regionalización y un mayor aprovechamiento de las oportunidades cercanas no supone dejar de lado la vista a otros mercados. La diversificación es, precisamente, el seguro que toda empresa busca para sus negocios internacionales pues al no poner sus huevos en una sola canasta, facilita soportar las vacas flacas y adaptarse rápidamente a las cambiantes condiciones del sistema mundial.

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