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Analistas 04/12/2025

La vara del mínimo

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

El impacto del salario mínimo sobre el mercado laboral ha sido un tema de debate económico durante décadas. Desde la academia, la búsqueda de evidencia causal entre variaciones en el salario mínimo y sus efectos sobre empleo, salarios y productividad ha sido permanente. En este contexto, el trabajo de David Card y Alan Krueger de 1994 se convirtió en un hito al analizar el aumento del salario mínimo en Nueva Jersey frente a la evolución del empleo en restaurantes de comida rápida en Pensilvania, donde no hubo cambios. Este estudio, contrario al modelo básico de oferta y demanda, no halló efectos negativos significativos sobre el empleo, desatando una controversia que aún persiste.

Olas más recientes de investigación han matizado o cuestionado esos hallazgos. Como lo señala un artículo reciente de The Economist, nuevos estudios sugieren que los incrementos pueden traducirse en reducción en las horas trabajadas, menor contratación de personal de baja calificación, mayor imprevisibilidad en los horarios, incremento del riesgo de lesiones laborales por intensificación del ritmo de trabajo y menor inversión por parte de las empresas.

Vale la pena subrayar que buena parte de la literatura se ha concentrado en países desarrollados, con mercados laborales mejor documentados. Sin embargo, trabajos recientes en economías emergentes muestran un matiz adicional: el peso estructural de la informalidad.

Como ya se mencionó, la discusión académica persiste, pero hay suficiente evidencia para que las decisiones sobre el salario mínimo sean prudentes, en el entendido que incrementos sustanciales, si bien pueden afectar positivamente a los trabajadores formales, pueden tener consecuencias adversas sobre los trabajadores informales, en particular sobre segmentos específicos de trabajadores como los jóvenes.

Colombia se alista a un nuevo proceso de negociación del salario mínimo, que por diseño excluye las voces de los trabajadores informales. En los últimos años, los incrementos del salario mínimo han sido altos en términos reales, es decir han superado de manera significativa las cifras observadas de inflación. El mercado laboral colombiano ha mostrado una relativa robustez, pero las cifras de formalidad siguen mostrando varias contradicciones que solo pueden ser reconciliadas bajo la premisa que muchos trabajadores en Colombia circulan entre la formalidad y la informalidad, con una ciclicidad que nos les permite realmente tener una protección efectiva en materia de seguridad social, en particular en el tema pensional. Las cifras de octubre de este año muestran que el número de trabajadores que ganan menos del salario mínimo aumentó 12% anual, alcanzado los 11,4 millones. En este contexto, incrementos del salario mínimo altos suben la vara de la formalidad.

Por estas razones, la discusión sobre el salario mínimo debe ser rigurosa, prudente y técnica. La tarea es encontrar un punto medio entre un aumento de los ingresos y evitar excluir a más personas de la informalidad, además de los efectos inflacionarios. Si la negociación del mínimo se usa como herramienta electoral o propagandística, sin considerar las particularidades del mercado laboral colombiano, se podría estar poniendo en riesgo el bienestar de millones de trabajadores y su legítima aspiración a tener empleos formales.

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