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Analistas 05/07/2022

Desconectados de la realidad

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Justo cuando las perspectivas del precio del petróleo son mejores, en momentos en que Colombia más necesita de divisas, surge la propuesta de suspender la exploración de petróleo, una idea loable en su propósito de contribuir a la salud del planeta, pero desconectada de la realidad, no apenas porque nuestro aporte al efecto invernadero mundial es de apenas el 0,6%, sino porque perderemos valiosísimos recursos para prepararnos en la evolución de las nuevas energías y a financiar las grandes necesidades sociales del país.

Todo lo que hagamos como ciudadanos, como comunidad y como nación para disminuir la emisión de gas carbónico será muy importante para la solución global de ese grave problema, no obstante, hay que hacerlo con la mayor prudencia posible, ajustados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y con opciones viables y sostenibles.

Resulta casi risible que un país pobre, donde muchos de sus habitantes todavía cocinan con leña, donde el equilibrio de sus finanzas nacionales depende hoy de la suerte de tener carbón y petróleo en su subsuelo, surja la idea de que es necesario acabar la energía que nos nutre sin tener cómo sustituirla: nos faltan años -tal vez décadas-, de innovaciones, descubrimientos, adelantos científicos para podernos el lujo de despreciar el combustible que nos mueve y mueve al mundo. Al menos por ahora.

Y es elemental suponer que el petróleo que no vendamos nosotros lo venderán otros. ¿O acaso las grandes potencias y los países emergentes prescindirán del petróleo de la noche a la mañana? No, no lo harán, porque no tienen como sustituirlo de momento y porque su intención es cumplir los plazos fijados por el Acuerdo de París para hacerlo de forma paulatina y responsable. Y ese plazo, por cierto, está a la vuelta de la esquina.

Aunque será difícil que el Presidente electo logre ese propósito en cuatro años, el daño que se puede ocasionar comienza a reflejarse en el valor de las acciones de Ecopetrol y en la preocupación por la posible fuga inversionista, puesto que los riesgos superan a las expectativas.

Y aunque resulte paradójico, Venezuela ha comenzado a recuperar su producción y su vecina Guyana está ávida de capitales para la exploración: nuestros compradores tienen opciones en el vecindario.

El próximo Gobierno tiene una carta a su favor y es el hecho de que en la Presidencia de Estados Unidos se encuentra un demócrata proclive a buscar mecanismos efectivos contra el calentamiento global y dispuesto a invertir recursos en el desarrollo de nuevas tecnologías que sustituyan los combustibles fósiles. No obstante, el mayor comprador de petróleo colombiano es EE. UU., que produce y tiene proveedores sustitutos, así que si Colombia produce o no hidrocarburo probablemente sería un asunto menor para los estadounidenses.

La seguridad del suministro energético y la urgencia climática van estrechamente ligadas, con esfuerzos mundiales comprometidos en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, puesto que el agua, el sol y el aire tienen limitada capacidad con la tecnología de hoy.

Con la guerra desatada en Europa, los rusos redujeron el flujo de gas y los precios se dispararon, por lo que los europeos se han visto obligados a prender sus empolvadas máquinas a carbón para suplir la enorme demanda de energía, mientras, en Colombia le torcemos el pescuezo a la gallina de oro.

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