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Señor Presidente electo, los colombianos han votado por el cambio y, acorde a nuestra democracia, la mayoría depositó en usted la responsabilidad de gestionar ese cambio, gobernar para todos y por el bien común.
Los electores pidieron cambio en la forma de hacer política, de garantizar la transparencia de la administración pública, para que haya más equidad e inclusión sin politiquería ni corrupción; y le dieron un voto de confianza para que resguarde la institucionalidad del estado, la tranquilidad ciudadana y la estabilidad del país.
Igualmente, importante es reconocer que no es de cero que comienza su gestión. El país ha avanzado, por lo que un cambio no es cambiar por cambiar, hay que construir sobre lo construido, con grandeza y humildad evaluar que acciones debe emprender su Gobierno para mantener lo que está bien, mejorar lo mejorable, ofrecer nuevas propuestas frente a lo que nos mantiene insatisfechos como sociedad y estancados en el desarrollo económico.
El cambio que claman los colombianos, señor Presidente electo, es porque necesitan seguridad, educación, salud, techo y comida, necesitan un trabajo respetable y oportunidades que les permitan progresar. No se quieren aventuras ni sorpresas.
Ese cambio se logra con cohesión social, con el apoyo a las empresas, con emprendimiento, sin menoscabo de los derechos ni de las libertades. Los presidentes llegan sin varita mágica, por lo que a partir del 7 de agosto solo su determinación, persistencia, compromiso y sensatez nos permitirán a todos tener un mejor país en 2026.
Es un cambio que necesita de reformas: al sistema tributario, a la educación, a la justicia y un largo etcétera, puesto que debemos ponernos a tono con la realidad mundial, con las urgencias nacionales: la estabilidad y la prosperidad de millones de personas pueden estar en sus manos.
Pero, sobre todo, el cambio debe ir orientado a convocar a la unión nacional, espantar los rencores, forjar la confianza en el diálogo social, para que de allí surjan propuestas y no resquemores, para que todos los electores tengan espacios para sus quejas, para sus dudas y temores, para que del entendimiento surjan las acciones que garanticen oportunidades para todos y la unidad nacional.
Hoy Colombia necesita de una unión que nos permitirá trabajar conjuntamente en los propósitos y necesidades de la nación, superar la polarización, la confrontación y poner fin a la guerra sucia, al dominio de las bandas criminales, a la impunidad de los corruptos. Y quien debe liderar es usted, señor Presidente electo, con la fuerza de un país unido, con un propósito y con un futuro. Hoy lo que más importa a los colombianos es que usted lleve esta nación a puerto seguro, con sentido de responsabilidad, que contribuya a dejar atrás la contienda, los desmanes y las imprudencias, y sustituirlos por una mano tendida que ofrezca lo que usted prometió en campaña: gobernar para todos los colombianos, sin odios, sin revanchismos.
Esta carta abierta se escribe a tres días de la segunda vuelta presidencial, pero puede ser la misma para cualquiera de los dos finalistas, porque si bien ambos tienen estilos muy especiales e ideas originales, y llegaron como consecuencia de unos planteamientos disruptivos, también ambos se comprometieron con el diálogo nacional que añoramos los colombianos. Ojalá sea cierto.