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En Colombia se le debe mucho a la clase política. Históricamente, los políticos han logrado cosas que no ha logrado ningún otro sector de la sociedad. Sin ellos, la guerrilla que mortificó al país durante más de 50 años con violencia y falta de oportunidades a los campesinos no se habría desmovilizado, independientemente de que el conflicto que le dio a luz fuera un conflicto entre políticos. Al fin y al cabo, lo importante es que fueron ellos, los políticos, los que acabaron con ese infierno que dio al traste con los sueños de cientos de miles de campesinos, que desgraciadamente con el acuerdo de paz, no recuperarán sus esperanzas.
Por otro lado, la clase política ha evitado que la desigualdad entre ricos y pobres en el país no sea superior. Así la reforma tributaria haya castigado mayoritariamente a las clases media y baja por medio del incremento del IVA, las manifestaciones de los representantes del pueblo siempre fueron en defensa de los menos favorecidos, así el ejecutivo terminara proponiendo un proyecto en ese sentido y los padres de la patria votándolo favorablemente. También hay que reconocer que, a pesar de sus inmensos esfuerzos, Colombia sigue teniendo el puesto 15 entre 159 en el índice Gini de desigualdad, clasificación que podría ser peor.
La clase política del país, además, ha solventado los principales conflictos de interés que se le presentan. Con respecto a los topes en las pensiones, aplicados por una sentencia de la corte constitucional, muchos congresistas decidieron aceptar estoicamente la sentencia y no demandar al Estado, así implicara una rebaja en sus ingresos como pensionados. El correcto comportamiento de los políticos ha permitido que los esquemas de seguridad de los 268 congresistas se limite a 500 vehículos blindados y 700 oficiales cuyo costo es de tan solo $50.000 millones. Desgraciadamente, dada la injustificada animadversión de otros sectores de la sociedad hacia los políticos, ha sido necesario extender la protección de esquemas de seguridad no solo al legislativo, sino también a los magistrados, los jueces, lo representantes de los organismos de control, el presidente, el vicepresidente, los ministros y los viceministros, además de aquellos que en algún momento detentaron esos cargos en el pasado.
Dado que el sacrificio de la clase política por el país no alcanza a ser compensado con los recursos que reciben de terceros para financiar sus campañas, recibido por los candidatos a elección popular porque no tienen suficiente dinero para hacer campañas dignas y, no porque les permite comprar votos y conciencias, es necesario que para que sigan haciendo patria con la transparencia que les acostumbra, sean financiados con los dineros que los contribuyentes consiguen tan fácilmente y abonan con gusto a la Nación. Así, la pureza de los recursos recibidos certeramente bendecirá cualquier uso que se les dé, acabando con la presión que desde afuera trata de corromper a los políticos.
Con financiación pública la clase política no seguirá envuelta en escándalos de corrupción, ya no serán necesarias reformas tributarias que recuperen los recursos perdidos en mermelada, Reficar y Odebrecht, porque ante el gentil gesto de los colombianos de facilitarles la consecución de recursos, a motu propio harán un esfuerzo superior para beneficiar al país.
NOTA: no todos los políticos actúan como la clase política, pero inevitablemente hacen parte de ella.