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Analistas 03/04/2018

Modelo de desarrollo alterno

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR

El inconformismo que le genera a los votantes la inminencia de las elecciones hace que muchos se pregunten si existen alternativas de desarrollo que se alejen del modelo convencional. En los frecuentes debates políticos informales, siempre alguno termina preguntándose si no hay otro camino al desarrollo, que no pase por la desigualdad que condena a millones de conciudadanos al hambre, la falta de oportunidades y un destino desgraciadamente predecible.

Tan común ha sido el inconformismo con los resultados de las políticas de desarrollo en América Latina que, en décadas pasadas, muchos identificaron una posible alternativa en el modelo cubano. Lejos de los principios democráticos, el régimen castrista logró dar cobertura casi total a la población en educación y salud, a cambio de la pérdida de sus libertades democráticas y sacrificios en su nivel de vida. Con la prensa silenciada y los poderes legislativo, ejecutivo y judicial controlados y monopolizados a favor del régimen, la falta de garantías y recompensas para aquellos que creaban valor para sus congéneres por medio del empresariado fue dando al traste con el crecimiento económico y el empleo de calidad se hizo cada vez más escaso. Desafortunadamente para los cubanos, el régimen se mantuvo gracias a la ayuda económica de la Unión Soviética.

Sin embargo, la esperanza de encontrar modelos de desarrollo al capitalismo, con su consecuente desigualdad, no se perdió en América Latina con la derrota estruendosa del modelo soviético. Hay hoy un país, Costa Rica, que logró desarrollar su economía con un modelo alternativo. Esta nación de cinco millones, del tamaño de Cundinamarca, invierte más de 20% de su Producto Interno Bruto en inversión social, sobre todo en salud y en educación. Gracias a su estrategia, la esperanza de vida mejoró de 61,6 años en 1960 a 79,7 años en 2012, similar al promedio de los países de la Ocde.

La economía costarricense se transformó por sus políticas de apertura, de una basada en la agricultura en los 50, a una con industrias que contribuyen a cadenas de valor a nivel global. La decisión de Intel de implementar una planta de semiconductores en Costa Rica representó un momento crucial en la atracción de inversionistas extranjeros, que, como Abbott, Baxter y Procter and Gamble, hicieron que el PIB de los sectores de manufactura y servicios superaron al de la agricultura. Costa Rica ha desarrollado también una “Marca Ecológica” de renombre mundial, que ha impulsado el turismo. Es el único país tropical que ha revertido la deforestación, aumentando las superficies cubiertas por bosques de 26% en 1983, a 52% en la actualidad.

Sin embargo, para aquellos que en alguna vez soñamos con modelos de desarrollo alternativos, la triste realidad es que el desarrollo trajo desigualdad a Costa Rica. La creación de empleo ha sido menor en los sectores que emplean trabajadores no calificados, creando una creciente brecha entre los trabajadores pobres y ricos. A pesar del elevado gasto en protección social, los impuestos y las transferencias del Estado han demostrado ser ineficaces en la redistribución de la renta. Señores, no nos dejemos engañar por los populistas, ¡en política económica no hay almuerzo gratis! En vez de inventar modelos novedosos, concentrémonos en crecer, y escojamos un gobierno sano, como el del candidato que va liderando las encuestas, que ayude a redistribuir la riqueza sin perder el foco.

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