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Analistas 09/07/2018

Icbf marcó la ruta para enfrentar la violencia contra la niñez

Karen Abudinen Abuchaibe
Ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones
Analista LR

En apenas un año de gestión como Directora General del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), trabajamos 24/7 para lograr posicionar en la agenda pública el tema de la lucha contra todo tipo de violencias hacia los niños, niñas y adolescentes, y evidenciar que esta tarea no solo es responsabilidad de los padres de familia y las instituciones sino de todos los colombianos.

Sin descanso, recorrimos todo el país para concientizar a las autoridades locales y regionales sobre la urgencia de frenar la creciente vulneración de los derechos de la niñez.

Para ello, firmamos ‘Pactos contra la violencia hacia los niños, niñas y adolescentes’ en Antioquia, Meta, Cesar y Barranquilla, donde las administraciones se comprometieron a destinar recursos físicos y económicos para combatir estos flagelos.

Uno de los primeros logros en la lucha contra toda forma de violencia fue la reducción del número de menores de edad quemados con pólvora, considerado un maltrato por negligencia.

Gracias a la incesante campaña nacional que buscaba evitar que los niños, niñas y adolescentes manipularan pólvora durante las pasadas celebraciones de diciembre y de año nuevo, se logró la reducción por primera vez en cinco años, al pasar de un promedio anual de 390 casos a estar por debajo de los 300, es decir un 23% menos.

Una vez culminada esta tarea, centramos nuestra atención en otra forma de violencia que afecta a los niños en las calles, en las plazas de mercado, en las zonas rurales, entre otros. Iniciamos el 2018 con una lucha frontal contra el trabajo infantil, la cual ya ofrece sus primeros resultados.

En apenas tres meses 5.000 menores de edad en situación de trabajo infantil fueron identificados y atendidos por el Instituto, de ellos a cerca de 800 ya se les inició un proceso administrativo para el restablecimiento de sus derechos, lo cual implica garantizar principalmente su acceso a la educación.

De manera paralela, lideré un ‘Plan de choque’ que permitió, en solo dos meses, visitar los 5.000 hogares sustitutos del ICBF en todo el país. Con esta iniciativa, se verificó el cumplimiento de los estándares de calidad exigidos por el Instituto, pero de manera particular conocer la percepción que tienen los niños bajo protección del ICBF sobre la atención que se les brinda. Ello permitió tomar las medidas correctivas para garantizar la calidad en el cuidado y protección de los menores de edad.

Como parte del ejercicio de vigilancia y control en el funcionamiento de los diferentes servicios que ofrece el Instituto a cerca de 2,8 millones de niños, niñas, adolescentes y sus familias, también firmamos un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Universidad Nacional de Colombia. Con ello se puso en marcha un modelo que refuerza el seguimiento y supervisión a los operadores que atienden los diferentes programas de Instituto, y para que la sociedad entera pueda participar como veedora de sus acciones.

Sin duda, uno de los hitos del trabajo que adelantamos fue la puesta en marcha de la ‘Operación Guajira’. En solo 10 días, de una movilización sin precedentes en los 50 años de historia del ICBF, logramos atender 20.000 personas, de las cuales 6.731 fueron niños y niñas de cero a 5 años de edad y 5.883 niños y adolescentes entre 6 y 17 años.

En el marco de la política pública De Cero a Siempre, actualmente atendemos integralmente a 1.330.000 niños y niñas, superando las metas establecidas por el Gobierno Nacional. Adicionalmente, se destaca la atención de 800.000 niños y niñas por parte de 50.000 madres comunitarias.

Finalmente, acabamos de poner en marcha una campaña contra la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes que, en lo corrido de este año, ya registra 96 víctimas atendidas por el Instituto. Esta es una de las peores formas de violencia que deberá ser erradicada del país.

He trabajo arduamente por dejar un legado que trascienda las fronteras de la política para que nuestros niños, niñas y adolescentes sean cuidados y protegidos.

Con la certeza de la tarea cumplida espero que este legado sirva para que nuestros niños ocupen su lugar, para que sean felices, para que sigan soñando y para que todos los colombianos nos comprometamos cada vez más con su cuidado y protección. Los niños son lo primero.

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